Unos marchan a favor; otros, en contra. El debate sobre la ley de aborto se instaló en Argentina y muestra un país con la mirada puesta en distintos ejes. Consultamos a un profesional de la salud, especialista en hemoterapia y psicoterapeuta.
El 60 por ciento de los países del mundo despenalizaron el aborto porque lo consideran una problemática de salud pública donde el Estado debe invertir. Entre ellos se encuentran los países más desarrollados, como los que integran la Unión Europea, Rusia, China, Turquía, Australia, Canadá y Estados Unidos. En el caso de América Latina, sólo Uruguay y Guyana. En Argentina no es la primera vez que se debate sobre la cuestión, y las posturas encontradas parten de distintas miradas, que pueden ir desde lo religioso, lo científico, lo jurídico o de derechos humanos. Lo cierto es que el análisis, que traslada el debate al Congreso, parte desde las estadísticas altas sobre una práctica de salud que no se ejerce justamente en condiciones aptas por su ilegalidad y tiene, como consecuencia, un elevado índice de muerte de mujeres en nuestro país.
Para profundizar sobre este eje, consultamos al doctor Sergio Amato, médico de la Universidad Nacional de Buenos Aires, hematólogo por la Academia Nacional de Medicina, especialista en hemoterapia e inmunohematología. Además, psicoterapeuta de orientación psicoanalítica. Trabaja actualmente en el Hospital Tornú, de Buenos Aires, y en su consultorio privado en Pinamar. “Como persona no estoy a favor del aborto como método porque ya no es preventivo, es llegar tarde, pero como médico sí estoy a favor de la legalización porque es una realidad innegable”, abre la charla el profesional y desde su experiencia fundamenta que “los abortos suceden, lamentablemente y en poco tiempo después de recibido vi muchos casos de abortos sépticos, traumáticos, que llevaron a que el útero se infecte. Las mujeres, por vergüenza, por miedo, por haber hecho algo que es ilegal, demoran la consulta y cuando consultan ya es tarde porque se instala el síndrome de Mondor. Es un síndrome de consumo de factores de coagulación de manera masiva, a punto de partida de infección en el útero. Se desencadena un cataclismo que lleva a sangrados en múltiples órganos vitales”.
–¿Cuánto tiempo puede pasar desde que se practica el aborto (en condiciones no aptas) hasta la muerte?
–Cuando llegan a la consulta, ya no hay más nada que hacer. Como síntoma general sienten un terrible desasosiego, sienten la muerte cercana y hay dolor toráxico, abdominal; puede haber metrorragia, sangrados visibles por piel (hematomas), compromiso del sistema nervioso. Desde el momento en que se practica este aborto, pueden pasar 24 horas, se infecta el útero y son horas hasta la muerte.
–La mayor causa de muerte materna en Argentina ¿podría evitarse con esta Ley?
–Es que éste es el fin justamente de la legalización, evitar esto. Estoy de acuerdo con la legalización del aborto con un paquete de leyes y medidas para la prevención. Esto es un problema de salud pública, no es una cuestión personal de si estamos a favor o en contra del aborto mismo; es tratar un problema actual, que existe y que no podemos negar, de salud pública.
–¿Porque considera que una parte de la sociedad rechaza esta ley?
–Porque hay cuestiones religiosas o éticas que tienen que ver con falta de información. Hay que leer el proyecto y entender que apunta a un tratamiento integral de la situación, a promover la educación sexual, la prevención. Reforzar esto es fundamental porque, aunque ya tenemos leyes, no se cumplen. Entiendo que, si una mujer concurre al hospital solicitando que se le realice un aborto, tiene que haber un equipo médico que la contenga, que la oriente y que incluso hasta desaliente esa posibilidad, pensando en otras opciones, porque acá no es “que pase la que sigue”.
–¿Esto refuerza el concepto de que es una decisión exclusivamente personal?
–Es así y también para el médico. Porque existe la objeción de conciencia en nuestra profesión, y eso te da la libertad de hacerlo o no. Pero que no exista la posibilidad de hacer el aborto legal está llevando a un montón de mujeres a la muerte.
–¿Sobre todo a las que menos poder adquisitivo tienen?
–Si pero tampoco están exentas aquellas mujeres que sí lo pueden pagar, porque muchas veces creen que, por pagar mucho dinero, el procedimiento es seguro. Pero hay gente que hace estos procedimientos pensando en el rédito económico, sin tomar los recaudos de higiene necesarios; entonces, también están en riesgo.
–¿Cuáles serían las condiciones correctas?
–Es un procedimiento quirúrgico, por lo que debe llevarse acabo en un ambiente quirúrgico. Eso significa medidas asépticas con todo un equipo de anestesiólogo, instrumentadora, médico. Es un procedimiento que se hace habitualmente aunque no haya un feto; se puede hacer para hacer un raspado y de hecho esto se hace en los hospitales públicos y privados.
–Al ser clandestino, ahora se realiza en consultorios privados. ¿Esto también habla de un negocio clandestino?
–Sí, claro. Se realizan en consultorios, en el mejor de los casos. A veces, en casas comunes.
–Las estadísticas hablan de medio millón de abortos al año en Argentina, ¿de dónde es la fuente?
–Ese tema es importante porque, después, si se legaliza, va a suceder que tendremos finalmente estadísticas oficiales y habrá gente que se horrorice, pero hoy no podemos tener números oficiales porque es clandestino. Hoy sólo podemos saberlo de mujeres que declaren haber abortado o de aquellas que por las mismas complicaciones tienen que recurrir al sistema oficial.
–¿Y cuantas muertes habrá que no entraron en las estadísticas?
–Por supuesto, no lo sabemos. Repito, esto requiere de una contención importante por parte del equipo de salud, aparte de la familia, para prevenir los efectos de una situación que ya es traumática emocionalmente para la mujer. No hay mujer que no tenga conciencia de que está matando una vida dentro de su vientre; eso no existe. Por eso, esto debe contemplar la generación de servicios que tengan que ver con lo que sigue después, con la salud corporal y psicológica de la mujer.
–¿Así parece ser en los países donde ya es legal, donde, además, las mujeres lo viven con menos carga emotiva?
–Y es lógico, porque acá existe la vergüenza y la culpa. La mujer está muy sola en esto y desamparada. El hecho de que sea ilegal lo profundiza.
–¿Y el hombre? ¿Dónde está la responsabilidad de esa otra parte?
–El hombre tiene una protección social sobre la que puede apoyarse, gira sobre sus talones, se va y punto, se hace cargo la mujer. Por supuesto que no somos todos así: los que tenemos pareja hemos pensado alguna vez “¿qué pasa si queda embarazada?” y, te cuento algo a título personal, aunque seas un matrimonio de muchos años, nos ha pasado de recibir la pregunta: ¿si tiene síndrome de Down qué hacen? ¡Por supuesto que no hace falta aclarar nuestra respuesta! Pero lo que digo es que desde el sistema oficial nos están preguntado esto.
–¿Es hablar de aborto desde otro lugar? ¿Entonces qué es la manipulación genética respecto al “derecho a la vida”?
–Hoy hay bebés de embriones congelados de muchos años y hay embriones que se descartan. Es lo mismo, justamente, pienso que hay bastante hipocresía y desconocimiento. Por eso, al momento de opinar tenemos que dejar que opinen los que saben. Yo no hago fertilización pero soy médico. Esos embriones son vida aunque no estén implantados. La pregunta es ¿vida o sobrevida? No es lo mismo posibilidad de sobrevivir que vida. Es vida una vez que el espermatozoide ingresa en el óvulo, pero no es viable hasta después de más de 20 semanas. Los médicos juramos proteger la vida al ejercer la profesión y les pregunto a los que dicen que debemos proteger los derechos del niño por nacer ¿entonces, qué hacemos? ¿No protegemos la vida de una mujer por proteger la de un embrión que ni siquiera es viable?
–La decisión final ni siquiera es nuestra, pero el debate es necesario…
–Todos tenemos derecho a debatir pero los legisladores que nos representan decidirán esto y tienen la responsabilidad enorme de informarse a fondo, estudiar el tema, leer tu nota, escuchar a los profesionales de la salud. La responsabilidad es muy grande porque tiene que estar bien hecho.
–¿Es válido mirar cómo procedieron los demás países que ya lo tienen y redujeron el número de muertes de mujeres?
–Sí, claro. Aparte, acá ya tenemos casos en los que está indicado legalmente el aborto y se hace, aunque el sistema es burocrático y hay chicas que corren riesgo, el embarazo sigue y el sistema no les da el lugar que la ley contempla.
–Visto así ¿la mujer es tomada como un receptáculo generador de vida sin importar en qué condiciones?
–Para mucha gente, sí. En este caso, la mujer está despersonalizada. Mucha gente que opina no le está dando a la mujer entidad de ser humano con decisión propia. Es el cuerpo de la mujer, es la vida de la mujer pero el punto de controversia surge cuando instalo el derecho del niño por nacer. Para ello, despersonalizo a la mujer y es más fácil, pero esto se llama ego, es egoísmo.