Sí, la compañera Sol Erizo pone el cuerpo y la palabra porque además de estar presente en las calles luchando por los derechos de todes escribe sobre aquello que conmueve hasta las lágrimas y se erige como denuncia certera, habitada con la fuerza colectiva del puño cerrado en alto. Junto a otres compañeres, Sol estuvo poniendo el cuerpo en la toma de Guernica. Ella sabe que entre tantas injusticias cotidianas la situación habitacional de los más vulnerables es una asignatura siempre pendiente, gobierne quien gobierne. Sol estuvo ahí, en medio del brutal desalojo ayudando a compañeras con sus hijes pequeños y adolescentes en tanto se justificaba y hasta romantizaba la represión más salvaje porque la acometida la llevaba adelante un Estado que se dice progresista y popular. Regresada de aquella, otra vulneración de tantas, Sol nos contó lo que habían vivido, eso que los medios no nos mostraron en su magnitud, unos porque jamás van a ponerse del lado del pueblo, los otros porque cuando las acciones no acompañan a las palabras son necesarias las maniobras destinadas a ocultar, minimizar, reproducir las desigualdades como si fueran los de enfrente "en el mismo lodo, todos manoseaos".
Hoy le pedimos a Sol que nos cuente algo sobre ella y su escritura.
"Escribo desde muy piba, en cuadernos carpetas u hojas recicladas que fui armando. En la niñez era en formato diario, luego fue mutando y comencé a escribir lo que pasaba pero con metáforas y relatado, aún sin saber cómo. Aprendí al azar palabras del diccionario y el reto era ubicarlas correctamente. Así tengo mucho escrito…
Nací en Los Polvorines, Provincia de Buenos Aires. Y no tengo nada publicado, me falta valor para pensar que es algo que las personas leerán".
Ahora en la víspera de la Navidad, nuestra escritora que pone el cuerpo y la palabra nos habla de las navidades sin papanoeles de las niñeces que sueñan y desean al igual que las otras que desenvuelven paquetes cada Noche buena y madrugada de Reyes.
"Yo me enteré que Papá Noel no existe porque nunca me trajo una mierda. Nada. Nunca. Hice cartas, siempre escribí lo mismo: 'Querido Papá Noel. Te pido por favor una bici naranja, por favor.' Comencé a repetir esas palabras exactas en cada una de las cartas porque pensé que si insistía siempre igual y sin cansancio iba a traerme la bici. La bici naranja.
Hubo una navidad que me recontra harté y le pedí la bici pero la esperé sabiendo que no iba a llegar. Revisé. Igualmente una bici no es fácil de esconder.
Y simplemente nunca llegó. En su lugar encontré rencor y me sembré de odio. Me oscurecí muchos años porque esa no fue la única muestra de desamor y pobreza.
A veces lidio con la cobardía de creerme fantasías pero siempre recuerdo esas luces absurdas.
Eso de que la vida es linda cuando sos niñe es un privilegio".
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