Desde el equipo de IF, no olvidamos, tenemos memoria y luchamos por verdad y justicia. Hacemos Periodismo comprometido y sabemos de qué lado de la historia nos paramos. Por eso, expresamos hoy este reconocimiento a las Abuelas de Plaza de Mayo - @abuelasdifusion , a través del arte de otras mujeres que enriquecen la memoria con su creatividad, y su dolor como inspiración.
Visibilizar la lucha y expresión de otras mujeres, representa visibilizar nuestra propia existencia, llena de opresión y lucha aún hoy, pero también llena de coraje, convicciones y amor.
La muerte no nos calla, nuestras letras hablan, nuestro arte revive, está muerto el que calla, nosotras seguimos vivas y gritando, cada día, cómo acto revolucionario.
La dictadura y las mujeres
Hace unos días, a partir de la estafa millonaria que sufrieron las compañeras más vulnerables de la comunidad de Pinamar, hablábamos de cómo y cuánto la pandemia y los funcionarios inescrupulosos, se habían ensañando con las mujeres, sobre todo con las más pobres.
Esa verdad a gritos se halla circunscripta a los procesos históricos en que fueron las mujeres las más castigadas. Las más atacadas en aquellos hechos terribles en que el disciplinamiento descrito por Michel Foucault, en "Vigilar y castigar"y "La historia de la sexualidad", nos revela que es en el cuerpo de las mujeres que laceran con mayor crueldad las prácticas más aberrantes del poder.
Así actuó la Inquisición sobre los cuerpos de las mujeres antes de quemarlas vivas en las piras de ejecución. Aplicaban torturas específicas como la pera vaginal veneciana, conocida como "la angustia", que se introducía en las vaginas de las supliciadas y al abrirse en la cavidad producían desgarros internos conducentes al dolor extremo. La dictadura modernizó las prácticas de la Inquisición y también fueron exclusivas las torturas hacia las mujeres a quienes, además de robarles los hijos paridos dentro de los centros clandestinos o nacidos antes del secuestro, les aplicaron los suplicios más terribles: violaciones tumultuarias, picana donde otrora la Inquisición reventaba canales vaginales y úteros y todo tipo de vejámenes destinados al disciplinamiento de los cuerpos y las mentes.
Esos cuerpos y mentes de mujeres que albergaban el sueño colectivo de una sociedad más justa, un mundo en que las profundas desigualdades a derrotar se convertían en argumento suficiente para gestar la metáfora de la revolución y parirla juntes, hombres, mujeres y disidencias, a como diera lugar.
Fueron las mujeres, Madres y Abuelas, las locas que entonces salieron a exigir respuestas y la aparición con vida de las y los detenidos desaparecidos y les niñes paridos en ese cautiverio del terrorismo de Estado.
Esas locas, en ronda en la Plaza de Mayo, ayudaron a que una sociedad cómplice despertara del sopor del horror.
Como mujeres hijas y nietas de tantas locas que lucharon por otros derechos, tal como no dejaron de hacerlo jamás las Madres y Abuelas, y un buen día nos dejaron la ley de Divorcio vincular, las locas de hoy logramos nada menos que el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, la madrugada del pasado 30 de diciembre. En esa jornada éramos muchas más que las visibles, no solo porque estábamos representando a las que no tienen voz, dado que la desigualdad se las ha negado, sino que también estábamos dándole tono vehemente a las voces acalladas de las compañeras detenidas desaparecidas que desde algún lugar vitoreaban con nosotras, desplegando pañuelos coloridos de luchas y conquistas.
No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos. Memoria, Verdad y Justicia por les treinta mil compañeros y compañeras desaparecides en el marco del plan sistemático de la última dictadura.
Sheila Acosta Anzalone, docente, comunicadora social, Escritora.
¡Claro que no están muertos!
Que capricho estos milicos de enterrarlos vivos.
Eternas caminantes.
Eternas memoriosas.
Pañuelos blancos eternos girando, dejando zurco en las calles, plazas y pueblos.
No fueron 30.000, fuimos muchos más, ya que nos desaparecieron un poquito a todos.
Sin embargo, ellas ejercitan la memoria de los pueblos, visibilizando a los marginados y también a los marginadores.
Jamás las dejamos solas porque, como dijo Hebe: “La lucha no es un rato”
Por Gilda Azzati, Comunicadora Social.
Una dos /no encuentro a mi hija/ mi nuera/ mi sobrina está embarazada/ ocho mil y era de noche, quince mil/ a vos también? y a vos y a vos/ susurros murmullos voces gritos/mujeres juntas como un remolino en el centro perfecto del vientre violado/del país/
buscando vida, cuerpo, duelo, justicia/ derecho que mi cuerpo tiene de elegir/derecho que mi cuerpo tiene de existir/ derecho que mi cuerpo tiene de ser/ veinte mil y dicen que los torturan, no es morir, es peor/
dónde están? ¿dígannos dónde están? /derecho que mi cuerpo tiene de multiplicarse y /ser plaza calle pancarta/ ser un solo cuerpo de mujer que busca a sus hijxs/ ser un solo cuerpo de mujer que sufre, pero no se calla jamás/ el amor y la muerte/
pañuelos blancos/ lo que hacemos por nosotros muere con nosotros/sólo lo que hacemos por lxs demás sobrevive/ cicatrices/ si un día nos faltara coraje para seguir/ si un día el miedo nos golpeara/si entre nosotras despuntara el ego y nos quebráramos/ nuestros pañuelos verdes van a tener que/ apretar contra el pecho el honesto compromiso/ de los pañuelos blancos/ las cicatrices nos recuerdan que el pasado fue real/ si alguna vez dudáramos, están ellas…/ solo prevalece en el tiempo el acto colectivo que me hizo suceder/ memoria somos y/ de la memoria venimos/ treinta mil y nos asesinaron una generación/ nos faltan/ el futuro no existe/ y duele tanto siempre/ girando/ de memoria estamos hechxs / la historia es siempre hoy.
Resistamos.
Por Ale Cornide. Artista, escritora, docente.
Día de la Memoria. 24 de Marzo
Hace años que tengo una sensación muy grande sobre aquellos seres que, por una causa, un ideal o por mera injusticia dejaron de estar físicamente entre nosotros en este mundo que pareciera no dar tregua a las causas.
He decidido y es esta mi manera de honrar a cada persona desaparecida, a cada madre, abuela, hijo/a.
Hoy hay luchas preciosas sobre nuestra libertad, una causa que se llevó y se sigue llevando vidas, vidas, no almas.
Camino siempre, el aire, la tierra, cada gota de sangre, si y también cada sentimiento puro está impregnado en todo lo que normalmente dejamos pasar por nuestro lado. Las almas nobles y grandes siguen junto a nosotros, guiando, acompañando y perdurando la vida y la memoria.
Es por eso que sonrío con un dolor muy grande, un dolor por las injusticias de este siniestro y una sonrisa inmensa por todos aquellos que sacaron su valor, su coraje en pos del bienestar de la humanidad.
Los honro intentando ser una buena persona, con códigos, con valores y mucho amor.
Los honro luchando por los sueños, la libertad implica existir y que ya no desaparezca nadie.
Estamos ya lejos de las guerras cuerpo a cuerpo, a mano armada o al menos de maneras alevosas. Hoy, las guerras son delicadas y perspicaces, la masividad tiene armas imperceptibles, en detalles minúsculos se debaten batallas inmensas. Y la injusticia muestra su sádica sonrisa para desatar el desenfreno en nuestras mentes.
Honremos con nuestro día a día a quienes pusieron el cuerpo cuando así se libraban las batallas.
Gracias muchas gracias!
Por Mariángel Ojeda, artista y escritora.