La Organización civil envió una carta a la empresa en cuestión, tuvo respuesta inmediata. Además realizó una encuesta a las mujeres Pinamarenses. El acoso sexual callejero es una conducta homosocial que no toleramos más.
Vigente generación tras generación, el acoso sexual callejero no es un tipo de violencia de género superado. A pesar de las constantes protestas de las organizaciones feministas, las campañas de concientización y la perspectiva de género que se difunde en forma continua como una obligatoriedad para los organismos del Estado, a través de la Ley Micaela, y que deberían adoptar todas las empresas e instituciones. A pesar también de la ley de Educación Sexual Integral (ESI) en las escuelas, que cada día logra más implementación sin dejar de ser un territorio de lucha. A pesar de todo, el acoso sexual callejero persiste.
Mujeres de 50 años y más relatan lo natural que era ser acosada en la vía pública, lo típico de saber anticipadamente que si pasabas por una obra en construcción…bingo! Mujeres de diferentes edades cuentan “que te toquen el culo en un boliche o en el micro era lo más común”, y es lamentable saber que lo siguen sufriendo las pibas de hoy.
La semana pasada, la Organización pionera “Mujeres Por Pinamar” se preguntó sobre el tema a nivel local, como una "costumbre" que aún persiste en la realidad Pinamarense y decidió realizar una encuesta. Los resultados fueron publicados en sus redes sociales y esta violencia quedó más que en evidencia.
No asombran los resultados, el miedo aparece siempre claro como mecanismo de protección y alerta. El cruzar de vereda, el responder o no, no cambia lo que una piba o mujer haga para soportar ese momento, lo más escandaloso es el número “0”. Nadie respondió que nunca lo vivió. Ese cero significa que a todas les –nos pasó alguna vez. Y que sigue pasando.
“Hace días nos hicieron saber sobre casos de acoso callejero en una reconocida y transitada esquina de Pinamar, frente a una obra en construcción, sumados a los ya conocidos y repudiados casos de acoso del 2020 y 2021. Ahora nos preguntamos ¿Hasta cuándo? Hasta cuando sentir miedo de caminar por la calle, hasta cuándo esa incomodidad o ir pensando en qué camino agarrar para no tener que aguantar comentarios sexistas y desagradables que nadie pidió. ¿Qué hacemos al respecto? ¿Seguimos siendo indiferentes ante el "Piropo o chiste", o nos proponemos ponerle un freno, desde casa, desde el grupo de todos los días, desde la escuela? No es gracioso, ni es lindo, todo lo contrario, incomoda y da miedo, no quiero saber tus deseos, no quiero tu opinión sobre mi cuerpo, no quiero saber que `me harías´. Quiero caminar tranquila.” – Manifiesta la agrupación con énfasis. Cuando remite a los casos “ya conocidos y repudiados” hace referencia a diversas movilizaciones que tuvieron lugar en Pinamar, años atrás, organizadas por las pibas autoncovocadas, acompañadas por la Ong y muchxs vecinxs luego de hacerse públicas las denuncias de chicas jóvenes que habían sufrido acosos en distintos lugares del partido.
Pero esto no es todo. La agrupación recibió recientemente más pedidos de ayuda y relatos de hartazgo de mujeres Pinamarenses que señalaban particularmente una obra en construcción desde donde recibían constantemente acoso sexual, los mal llamados “piropos” callejeros. Inmediatamente decidieron escribir una carta a la empresa constructora manifestando lo que sucedía y la respuesta llegó en pocos minutos.
Mirá la carta:
Así lo resume Desiree Motta, presidenta de Mujeres por Pinamar: “Desde la empresa abrieron el mail y nos llamaron, fue inmediata la respuesta. Mas allá de pensar que tienen miedo al escrache o la vía judicial y les preocupa en primera instancia la imagen de la empresa, lo bueno es que respondieron y se comprometieron a hablar con todo el personal masculino para advertirles el cese de esta conducta abusiva. Les propusimos capacitación en perspectiva y quedaron en tratar el tema.”
Especial mención merece lo detallado en la carta de la ONG respecto a la Ley 27.501 que modifica (actualiza) la ley 26.485 de Protección Integral hacia las mujeres, introduciendo el acoso callejero como un tipo de violencia de género y describe conceptualmente de qué se trata.
Análisis
Estos hechos ponen a la luz algo que es observable en general y tiene que ver con el “tiempo cultural” que vivimos. Algunas frases emblemáticas del feminismo lo dicen en carteles: “Nos cuidamos entre nosotras”. Resulta lamentable que siga siendo así, porque significa que la resistencia del machismo es grande y no afloja, con lo cual sigue generando que tengan que ser siempre las mujeres (y disidencias) que buscan y encuentran los mecanismos de auto protección. “El miedo cambió de lado” es otra frase que recorre las calles o se plasma en carteles durante las marchas por los derechos de las mujeres y diversidades sexuales. Cabe la reflexión sobre este punto. No es que los varones tengan miedo a ser violados ahora o acosados sexualmente por la calle, porque las mujeres no salen a violar ni acosar sexual y verbalmente, el miedo que tienen los varones patriarcales es a ser escrachados por sus conductas. No es el mismo miedo.
Por otra parte, ya lo decía la filósofa y escritora Argentina Tamara Tenembaum en una entrevista exclusiva para este medio: “El piropo es una conducta homosocial. En el 90 por ciento de los casos los varones lo hacen para que otros varones los vean hacerlo, no va dirigido a la piba. De hecho si me paro y le digo ‘bueno, vamos a tomar un café’, se asusta y se va. Lo hace para que lo escuche el tipo que está al lado, es un comportamiento dirigido a mostrar su masculinidad frente a los otros varones.”
Acá también cabe otra reflexión que suena ya repetitiva pero necesaria ante la lentitud cultural. ¿Qué tipo de masculinidad necesitan demostrar los varones entre sí? ¿Cuándo se darán cuenta que no son esas las conductas que seducen, sino todo lo contrario? Una de las ´quejas’ que resuenan en este nuevo momento cultural, por parte de los varones es: “Ahora no se les puede decir ni un piropo che”. Lo que denota que no hay deconstrucción ni entendimiento, mucho menos respeto por el consentimiento. Y si no hay eso, tampoco habrá comprensión del hilo conductor entre el acoso callejero, las desigualdades de género, las violencias de todo tipo, una violación o un femicidio. Para esto se brindan capacitaciones en “nuevas masculinidades”, entre otras.
Les dejamos aquí dos videos que tratan el acoso sexual callejero: el primero desde la visión de los varones, producido por Fundación Avon. El segundo, desde la perspectiva de lo que vive y sienten las mujeres cada día al salir a la calle.