Carolina es una joven y reconocida militante que participó en importantes espacios, tales como "Furia trava". Ella es nuestra mariposa de la escritura, por la belleza que la palabra enuncia (y a veces denuncia) y el arma cargada de futuro que desde su fuerza milenaria guarda.
Conozcamos a nuestra mariposa desde su propio y elocuente decir.
Mi nombre es Carolina Ibarra, tengo 35 años, nací en el barrio de Palermo pero mi primera infancia se dividió entre la villa 21 y el barrio de Constitución. A los siete años me fui a vivir al Conurbano bonaerense, específicamente Longchamps, hasta hace tres años, en que actualmente resido en La Plata. Soy trabajadora de la Provincia de Buenos Aires en el Ministerio de Economía.
La escritura siempre estuvo en mí, fue mi aliada en muchos momentos en que no podía compartir con nadie lo que me pasaba en la adolescencia. Entonces, una lapicera y un papel eran mis confidentes.
La política como herramienta de transformación siempre me pareció el camino pero no sabía por donde arrancar, así que mi primera experiencia fue en el centro de estudiantes de la Universidad de Lomas de Zamora (FEP). La idea de acercar la facu al barrio me pareció fascinante y la sostuve durante unos meses, pero en ese momento no estaba ni yo preparada ni el contexto daba para que pudiera desarrollar/me en políticas de género, así que decidí dar un paso al costado aunque las ganas siempre estaban latentes. Luego conocí a "Conurbanes por la diversidad" en un consultorio inclusivo cuando comencé con mi terapia de reemplazo hormonal, ahí fueron mis primeros pasos en el activismo por la diversidad sexual y de géneros. Al tiempo me integré a "Furia Trava", ya que es una agrupación de Travestis que me identificaba más, pero al acceder a un empleo en La Plata el traslado de tres horas me complicaba la organización personal para seguir de la forma en que venía.
En medio de todo el vértigo tuve una pérdida muy importante que me condujo a que siguiera como en automático, piloteando una depresión y el consumo problemático hasta que conocí a Maira Marcos, quien me contrató como su secretaria. Ese fue realmente el cambio mas personal, ya que al principio me angustiaba no poder estar presente y activando como antes porque no quería que mis congéneres pensaran o sintieran que me había olvidado de la lucha colectiva, pero entendí que debía frenar para poder sanarme a mí misma y así proyectar a futuro, algo que jamás pude hacer hasta ese momento. Lo conocido era sobrevivir y quería empezar a VIVIR. Fue complejo y algunos días lo siguen siendo, pero lo más difícil ya lo atravesé. Por eso hoy no participo en una agrupación específica.
En todo ese tiempo, a través de la redes sociales, compartía algunos pensamientos, sentimientos, incertidumbres o posicionamientos que me acompañan en el proceso y fueron tomando notoriedad. Me empezaron a llamar de algunos espacios culturales para compartirlos, creo que realmente fue accidental, porque la palabra escritora me da pudor si se refieren a mí.
Es muy loco pero cuando escribo lo hago desde mis entrañas, sin pensarlo, me siento poseída, es más bien como un impulso, mi versión mas natural que me hace sentir más desnuda que cuando lo tenía que hacer literalmente, en el tiempo de prostitución.
Luego de haber pasado algunos cuatrimestres por otras carreras como Trabajo Social y Psicología, actualmente me encuentro cursando mis primeras materias de Derecho, profesión a la que puedo encontrarle el sentido en mi vida actual y proyectarla a un futuro, para poder volcar ese conocimiento a la lucha colectiva desde otro lugar, ya que creo que mi experiencia es válida pero necesito profesionalizarme para poder aportar, no solo a cuestiones que nos afectan a las travestis y trans, sino a la comunidad en general. Por eso les digo, que no desaparecí, me tomé un tiempo para volver mejor.
A continuación, uno de los textos reflexivos de Caro, nuestra mariposa de alto vuelo. Analicemos sus analogías, la negación del status persona, "ser con alma" de los antiguos esclavos del mundo greco-romano y la negritud reducida a animales de subasta de los últimos tiempos de la esclavitud, con lo que sufren las compañeras travestis y trans. Sorpréndanse, interpélense, acá viene Carolina:
Las travestis, ¿venimos de otro planeta? ¿Somos villanas de Comics? ¿Un holograma? ¿Robots? ¿Una fantasía? ¿Un morbo? Al parecer podemos ser muchas cosas, pero siempre alejadas de ser Humanas, con lo que implica hablar de la concepción de humanidad.
A medida que tengo la posibilidad de transitar por la universidad, me resulta inevitable no asociar todo lo que escucho y debo leer, a mi Ser Travesti. Tengan en cuenta que no me especialicé en nada de lo que voy a mencionar, más bien me pasa por compartir mis sensaciones al momento de escuchar como para una mayoría, en que muchos temas ya se dan por saldados o tal vez se recortan a una realidad que solo incluye a hombres y mujeres específicamente Cis.
Si nos detenemos unos segundos, podemos observar cómo grandes grupos que parecieran antagónicos, en un punto se conectan. Y me refiero a cómo, directamente, se dirigen a nosotras. En qué lugar nos ponen, cuánto valemos, en qué escala de importancia estamos, etc. Por ejemplo, para sectores partidarios izquierdistas revolucionarios encarnados por el Che, se sabe que nos han tirado de barcos en su momento y lo que llamaríamos derecha, también coincide con esta postura. En el patriarcado somos consideradas hombres con faldas, casualmente un sector del feminismo también. La violencia que hemos recibido y recibimos viene de todos los sectores sociales y económicos, si los distribuimos en clases no estamos exentas por ser igual de pobres que los demás, ni se nos garantiza seguridad ni integración así fuéramos de clase alta. Esto también ocurre en todos los continentes, hay países más o menos “inclusivos” pero en todos la muerte nos respira cerca. La mayoría de las culturas predominantes comparten esa opresión hacia nosotras, los rangos etáreos lo mismo, entre todos se identifican porque fueron niños, jóvenes, adultos y ancianos. Esto parece un poco mas de lo mismo, ya sé que no es nuevo lo que digo, pero intento expresar la no identificación en una causa común, en que si pertenecemos algún grupo siempre nos terminamos guardando en el bolsillo ese sabor amargo. Porque en definitiva a ellos los diferencia la ropa, la clase, la religión, la profesión, los gustos. En cambio para nosotras con ellxs, es Todo. Es nuestra construcción del propio Ser que es continuamente invalidada por todos. Somos tema de debate, ¿se las incluye o no? ¿Tienen ventajas para los deportes? ¿Quieren ingresar a espacios femeninos para violar mujeres? ¿Se organizan en el feminismo para borrar a las mujeres? ¿Es un trastorno psicológico? ¿Una anomalía genética? Todos tocan de oído, todos opinan, todos juzgan. Y nosotras pareciera que no estamos, que no nos afectan esos debates tan enriquecedores para los Cis (prefijo que les molesta, pero que ellos mismos crearon) que exponen cuánto leyeron para validar o no nuestro tránsito libre por espacios comunes con ellos.
Estoy cursando Derecho Romano y hablaban del nacimiento del Derecho para quienes eran personas. Y para ellos debían cumplir con tres condiciones(status), libertad-familia-ciudadanía. Me hizo tanto ruido al escuchar esto, cómo eso determinaba y organizaba todo. Quiénes estaban facultados de otorgar la libertad a los esclavos, ¿les resulta familiar la analogía? Por qué sometían a otros: porque decían que no tenían alma, que eran inferiores corporalmente, que era necesario para el orden social cómo en ese momento se naturalizaba ver y tratar así a otros humanos. Hoy es impensado que eso ocurra, sin embargo nosotras estamos atravesando esa etapa.
Para muchos pareciera que no tenemos alma.
Sus redes:
- Facebook: Caro Ibarra
- Instagram: @caro.ibarra.86