Claudia es una escritora comprometida con nuestra historia reciente, cuyo libro publicado en abril fue declarado de interés legislativo en más de una ciudad de la Provincia de Buenos Aires donde será presentado. Además, resultó invitada por la Universidad de Rosario y el Museo de la Memoria, porque en la obra recoge el nombre de un joven desaparecido (Santiago Villanueva) que fue arrojado desde un avión de los "vuelos de la muerte" y su cuerpo llevado por las olas hasta las playas de Villa Gesell.
La conocí en el tren rumbo a Buenos Aires, era mi compañera de butaca a partir del trasbordo en General Guido. El vagón comedor resultó habilitado cuando aun los guardas no habían finalizado los controles de rutina y, en medio de sus quejas por la organización desprolija, ella fue una de las primeras en levantarse de su lugar sobre la ventanilla, lo que motivó que me pidiera permiso para pasar. Le admiré la actitud decisiva, de seguro estaba acostumbrada a largos viajes y a asistir al coche destinado al disfrute que desconocía, porque el año pasado regían las medidas sanitarias de la pandemia y en los viajes que hice no se empleó. Una hora y pico después me acercaba a ver cómo era ese mundo de café sobre rieles, avistando a través de las ventanas del ferrocarril la belleza de la llanura pampeana, su ganado, los sembradíos, las estaciones abandonadas que van cobrando vida poco a poco, los vagones oxidados colmados de historias, las locomotoras olvidadas aun majestuosas, a pesar del paso del tiempo. Me tomó cerca de dos horas apropiarme de las bellezas del paisaje con el ocaso en su víspera, mientras recordaba secuencias literarias enmarcadas en algún vagón comedor como el del excéntrico Expreso de Oriente en el que se había cometido un asesinato digno de las investigaciones de Hércules Poirot, el detective creado por la pluma genial de Agatha Christie. Al volver a la butaca mi compañera leía y me dispuse a repetir la acción, bajando de mi bolso el libro de Almudena del que voy gozando durante los viajes a Madariaga. Ya entrada la noche invernal a pocos kilómetros de Buenos Aires, la colega de asiento cuyo nombre desconocía interrumpía su lectura para intervenir en la conversación de unos jóvenes, quienes comentaban preocupados que había en ese instante paro de transporte en CABA y el Conurbano. Fue en ese momento en que le observé los ojos celeste oceánico, la facilidad de volver a la lectura luego de un diálogo con otros desconocidos a quienes se ocupó de tranquilizar y la mudanza vertiginosa de práctica del lenguaje, porque ya cerca de Constitución guardó el libro, sacó una libreta y comenzó a escribir. En ese instante no aguanté la curiosidad hacia el personaje de marras y esgrimí la estrategia de siempre:
-Yo te conozco de alguna parte-y agregué, porque mis observaciones a lo Poirot no fallan ¿sos escritora?
Se rió, me respondió que sí, ambas nos quedamos perplejas porque ella había investigado la historia de un joven desaparecido procedente de los vuelos de la muerte, cuyo cuerpo había llegado a las playas de Gesell y yo, junto a mis estudiantes, las de dos que llegaron a las playas de Pinamar y fueron sepultados como NN en el cementerio de Madariaga: Helios Serra Silvera y Jesús Pedro Peña. Así, en lo poquito que nos quedaba para llegar a destino en Buenos Aires nos mostramos nuestros libros, nos contamos algunas cuestiones, supe que su apellido es checo y que, además de escritora, es psicoanalista y actriz. Que durante muchos años escribió artículos en relación a su profesión, la psicología, pero fue en Villa Gesell que se halló a partir de 2012 escribiendo cuentos. En 2013, cuando caminaba por los médanos, encontró la placa de Santiago Villanueva. A partir de lo que informaba pudo saber que en esa playa de la calle 310 apareció su cuerpo, traído por el mar, víctima de los centros clandestinos y los vuelos de la muerte. La historia la inquietó y condujo a iniciar un camino de investigación y reconstrucción de la vida de Santiago.
En su libro “De médanos, mar y vuelos”, publicado en abril de este año, Claudia Kolaja, la escritora elegida para esta recomendación semanal, relata la vida de Santiago, y también sus propias experiencias en Villa Gesell.
Nuestra autora nos convida uno de sus poemas, en este caso el eje es una mujer por la que exigimos cese la violencia política que la mantiene injustamente presa:
MILAGRO SALA
Marrón tu piel
Como la tierra
Que habitas
Germinando semillas
De piletas llenas de voces
Infantiles con juegos,
Que en la aridez del clima
Ni imaginaban los que
menos tenían.
Talleres, fabricas, toda una producción
Para armar las casas y servicios de los que
Allí vivían.
El Jujuy profundo y pobre te seguía,
Hasta que llegó el blanco que te arrebató
La libertad y la dignidad conseguida.
El pobre sin piletas, sin casas y sin producción.
Solo para ricos quedarán como
Antes de tu integración.
Claudia Kolaja
Conseguí su libro en la página de CICCUS o en librería Alfonsina de Gesell.
Sus Redes
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