Cumplió 92 años la madre de todas las luchas. Ella nos inspira a no renunciar por la memoria, la verdad y la justicia. El patriarcado no pudo borrarla de la historia. Le rendimos homenaje, la abrazamos.
Nora Cortiñas cumplió noventa y dos.
Celebramos el natalicio de “Norita”, tan chiquita corporalmente pero tan inmensa de fortaleza, valentía y pertinacia. Ella nos interpela, cada día, porque abraza cada lucha por el mundo que queremos, se puso un buen día el pañuelo verde y marchó junto a nosotras por el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y para que ninguna/ ningune, con capacidad de gestar, siguiera muriendo por aborto clandestino.
También salió a marchar para que ninguna madre cultivadora fuera presa por fabricar aceite de cannabis para sus hijes, quienes necesitan de los beneficios de la planta. ¡Y se planta cada vez que nos mata pibes el gatillo fácil de la violencia policial o se los llevan presos por luchar! Entonces…nosotras nos plantamos, como feministas, siempre "del lado Norita de la vida".
Ella nos convoca: “Hay que salir a la calle, hay que salir a protestar, hay que ir a decir todo lo que está saliendo mal, hay que reclamar justicia y hay que reclamar verdad, que es lo que no tenemos” y la fuerza que irradia aclara cualquier duda, despeja cualquier confusión. Ella nos lo aseguró, fue parida por su hijo detenido desaparecido y los hijos e hijas de todas las Madres y los nietos y nietas de las Abuelas. Norita es todo lo que está bien y nos invita a comprometernos en la lucha cotidiana por plantar la semilla que brote y multiplique sus victorias para que, de a poco, saquemos o de - construyamos lo que está mal, como el patriarcado que nos propusimos derribar.
¡Feliz cumple NORA CORTIÑAS! Y GRACIAS POR TANTO.
Seamos como Norita, la madre de todas las luchas en que la Memoria nos insta a nunca olvidar quienes somos y qué ciudad, qué provincia, qué país, qué mundo queremos.
GALEANO, EDUARDO: Pájaros prohibidos
Los presos políticos uruguayos no pueden hablar sin permiso, silbar, sonreír, cantar, caminar rápido ni saludar a otro preso. Tampoco pueden dibujar ni recibir dibujos de mujeres embarazadas, parejas, mariposas, estrellas ni pájaros.
Didaskó Pérez, maestro de escuela, torturado y preso por tener ideas ideológicas, recibe un domingo la visita de su hija Milay, de cinco años. La hija le trae un dibujo de pájaros. Los censores se lo rompen en la entrada de la cárcel.
El domingo siguiente, Milay le trae un dibujo de árboles. Los árboles no están prohibidos, y el dibujo pasa. Didaskó le elogia la obra y le pregunta por los circulitos de colores que aparecen en la copa de los árboles, muchos pequeños círculos entre las ramas.
—¿Son naranjas? ¿Qué frutas son?
La niña lo hace callar:
—Ssshhh.
Y en secreto le explica:
—Bobo. ¿No ves que son ojos? Los ojos de los pájaros que te traje a escondidas.