Desde que comenzaron a exponer a los deudores alimentarios en distintos puntos del país, algunas mujeres cuentan que lograron que los padres respondan, ya que temen a las consecuencias de la exposición. El Tendedero, que escracha a los padres que incumplen sus obligaciones tiene, a veces, efectos positivos y hasta más ágiles que las medidas del sistema judicial. Este es uno de los casos, desde Reconquista, Santa Fe.
Jackeline Gilabert vive en Reconquista (Santa Fe) y forma parte de la Red de Madres Reconquista, integrantes de Monomarentales Argentina. Desde Reconquista ingresaron a la Red Federal y comenzaron a replicar la acción política de los Tendederos de Deudores Alimentarios por primera vez el 8 de marzo de 2024, y nunca más pararon. Hoy la agrupación santafesina está conformada por alrededor de 50 mujeres, tiene una sede para reuniones, brinda contención y asesoría para madres criando solas, con la coordinación de Virginia Pietropaolo.
Como iniciativa primordial presentaron un pedido, al poder legislativo, para que intermedie lo necesario para contar con un juez de Familia en la ciudad ya que, ante su falta, los temas judiciales del ámbito se acumulan y agravan. Los medios de comunicación locales acompañaron con buena difusión cada una de las acciones de estas madres, así lograron dar visibilidad a la lucha que llevan adelante las mujeres por criar solas producto del abandono paterno.
El Tendedero de Deudores Alimentarios, como acción política de escrache, es un recurso de última instancia, porque la exposición no es algo agradable para nadie, pero comenzó a dar algunos resultados y aunque sea “por la fuerza” parece ser que algunos “padres” comenzaron a aparecer para no ser expuestos por su falta de paternidad.
Lo que tiene de común esta historia con todas es el patriarcado, un sistema perverso de maltrato, juzgamiento y exclusión constante a las mujeres madres, por ser mujeres, por “embarazarse” (como si lo hicieran solas) por “tener hijos” y por todo, la culpa siempre de ellas. Y las consecuencias gravísimas, en la salud, economía y vida.
En esta nota, leerás el relato por partes con intervenciones de esta redactora ante los temas que merecen análisis por ser un eje en común, una falacia, un pre juicio injusto o práctica del patriarcado contra las mujeres que ejercen la maternidad solas, no por elección sino porque las dejan solas. Esos hombres no quieren criar ni cuidar, no quieren responsabilidades y sólo les importa el dinero para sus gustos propios. Pero además, subyace un sadismo típico del patriarcado, de hacer sufrir a la mujer por haberse querido separar, es decir, un pensamiento misógino de castigar a las mujeres por no someterse al dominio del varón, entonces como ya no hay “mercancía de intercambio” (sexo, familia tipo) no proveen dinero. Y lxs hijxs también están dentro ese combo que es mercancía de intercambio para pasar a ser el medio de presión para el castigo. En algunos países esto tiene el nombre de “Violencia vicaria”, acá se denomina “Violencia económica patrimonial”, uno de los tipos de violencia de género.
*El relato de la historia se intersecta con comentarios de análisis de esta redactora.
La Historia de Jackeline
Jackeline vive en Reconquista (Santa Fe) y tiene 2 hijxs actualmente, de distintas parejas.
Trabajaba en una verdulería y estaba bien, según cuenta en esta entrevista, ya que le bastaban sus ingresos para vivir con su primer hijo. El padre del niño no aportaba económicamente pero compartía los cuidados. Ya no estaban juntos, Jackeline tenía otra pareja y aceptaba este sistema.
Queda embarazada de su segunda pareja y el embarazo resulta de riesgo por lo que no puede continuar en la verdulería donde levantaba cajas, hacía trabajos de fuerza física. Entonces deja de trabajar a los 5 meses de embarazo, con su hijo pequeño, que usaba pañales y tomaba leche de fórmula, y con la indicación médica de hacer reposo absoluto. Pero se enfrenta con dos hombres que no se responsabilizan de semejante situación y comienza el calvario para ella. El padre del primer niño no aporta dinero, solo cuidados. El padre de la bebé en camino, se borra directamente.
Dinero o cuidados. Todo no. Migajas de hormigas
Me detengo en un “detalle” no menor del relato de Jackeline. El primer hombre de esta historia, que comparte los cuidados del hijo pero no lo económico. Este tema es importante para desarrollar ya que muchas madres se encuentran con esta situación que tampoco es justa y es una cuestión de género. ¿Por qué “dinero” o “cuidados”? Si los/as hijos/as necesitan todo para vivir, es decir, ser alimentados, vestidos, cuidados, etc. Pero muchas mujeres se ven en la “situación impuesta” de soportar la manutención económica solas porque los “padres” reparten los cuidados pero a costa de no pasar cuota alimentaria. Esto es violencia de género, y es una extorsión que las mujeres aceptan con tal de no quedarse solas con todo, no discutir porque en la discusión pierden siempre las mujeres, ellos se dan la media vuelta y se van, se borran. Es decir, ellos imponen las condiciones, siempre favorables o más cómodas para ellos y desfavorables para las mujeres y los/as hijo/as. ¿Por qué las madres aceptan migajas de hormigas? Porque el sistema judicial es una trampa para las mujeres y los hombres siguen impunes ante el abandono paterno. No hay castigo, pena ni punición que sea acorde al daño que ocasionan. Persiste un sistema judicial y social compasivo y complaciente con los deudores alimentarios, que a la vez criminaliza y minimiza el padecer de las madres.
“Los abogados no me tomaban el caso”
Jackeline ahora tenía que afrontar reposo absoluto por un embarazo de riesgo donde ella tenía que ser cuidada y protegida, atendida y sostenida. Pero no fue así, cuando decimos que se criminaliza a las mujeres y a las madres, éste es un caso que lo muestra con total crueldad. Ni los animales abandonan así. Y este es el mundo en el cual vivimos.
“Estuve mucho tiempo en depresión, con mi hija chiquita y mi otro hijo, teniendo que ir y venir, los abogados no me tomaban el caso porque decían que no tenían de qué agarrarse para cobrar los honorarios, que no tenían de donde cobrarle a él, me decían que llegue a un “acuerdo” y listo, pero nunca se presentaba cada vez que lo citábamos.”
Sistema judicial sin perspectiva
¿Qué se puede “acordar” con un hombre que se borra en el embarazo? La pregunta va para abogadxs y jueces.
El papá de la segunda hija de Jackeline es comerciante. Los inscriptos como “Autónomos” en AFIP pueden evadir sus responsabilidades con facilidad en el sistema judicial y fiscal. Si hay un sueldo o ingreso registrado es más simple la retención de una cuota alimentaria por juzgado, es decir, el embargo de un porcentaje del sueldo. De todos modos, nunca deja de ser un proceso desagradable de transitar ya que por el simple hecho de tener que demandar judicialmente ya estamos ante la ausencia o la falta de voluntad del “padre”, con lo cual, ya hay violencia. Pero si encima es autónomo, responsable inscripto o monotributista, (como la mayoría en Argentina) la evasión es la “norma”.
Otro ítem a remarcar es el tema de los montos de cuotas alimentarias que estipulan jueces y juezas, nunca son acordes a las necesidades de lo/as hijo/as, nunca o en raras excepciones. El sistema actual hace que se estipule un porcentaje de cuota que toma en cuenta los ingresos del deudor, no de la madre que tiene a cargo todo, y lo de respetar las necesidades de los menores es solo letra muerta. El sistema judicial es compasivo con los hombres y no así con las mujeres y niñeces. Todo está hecho para retener entre un 20 a un 40 % de los ingresos del progenitor demandado, pero en la mayoría de los casos se observa un 25 %. Y en los casos donde no hay ingresos registrables, recién ahora se está observando un aumento de sentencias con el valor del SMVM (Salario Mínimo Vital y Móvil) que está en $234 mil. Una burla. No alcanza ni para sostener lo básico.
Lo/as operadores judiciales y la sociedad en su mayoría razonan así en general: “Y bueno, pero ese padre separado ahora tiene que irse a alquilar y tendrá gastos también”. Un razonamiento y pre juzgamiento que deja a la madre invisible y con toda la carga, ella tiene que arreglarse sola. Pero ¿Y por qué no preguntan cuánto gana la madre de esta historia o si también alquila, o si estaba trabajando al momento de separarse? ¿Y si estaba dedicada a cuidar y por eso había dejado su profesión? ¿Entonces cómo hace ahora? ¿Y si tiene un embarazo de riesgo y debe hacer reposo? ¿Y por qué antes de la separación el padre no tenía problemas en mantener a sus hijo/as y ahora si? Las respuestas a estas preguntas revelan la verdad de esta tremenda violencia de género, tan extendida por toda Argentina y Latinoamérica. Y son respuestas que hablan de machismo, crueldad, de abandono, de la peor violencia silenciosa y la más impune aún.
“Me sentía culpable por traer otro hijo al mundo”
El segundo embarazo lo pasó en su casa materna, por necesidad de vivienda y el embarazo de riesgo. Pero sola, sin ayuda, y viviendo en una situación de constante tensión. “Era levantarme cada día sin saber si mi madre me iba a pedir que me fuera al otro día”
Los últimos dos meses de embarazada Jackeline no tenía para comer así que prácticamente no comía y cayó en depresión. No podía conectarse con su propio cuerpo, para no sentir el hambre ni el abandono emocional.
“Estaba tan shockeada, tan perdida, me sentía tan culpable por traer otro hijo al mundo ¿para que sufra?…”
Por esos días tenía una sola amiga que la visitaba un rato, al menos para charlar, porque no podía ni salir afuera por su estado de riesgo, apenas ir al baño y volver a la cama. Su familia la menospreciaba, la ninguneaba y le pidió que se fuera de la casa. Su madre también había criado sola. Una cadena de mujeres criando solas. Una cadena de abandonos paternos y de culpabilidad y sobrecarga materna. Vulnerabilidades que no vienen por gusto ni elección, sino porque hay un sistema de abandono familiar y social, de Estado, que perpetúa estas situaciones.
“Yo no la culpo a mi madre, porque entiendo todo pero sí digo que le faltó cariño emocional, porque siempre estaba preocupada por lo material pero no nos daba ni un beso ni un abrazo, tampoco iba a actos de la Escuela. Y nunca nos quiso decir quién es nuestro padre, no sabemos quién es. Con mi hermano le pedimos que nos diga la verdad para poder buscarlo, conocerlo.”
Las consecuencias del abandono
La cadena de abandonos paternos, vulneraciones y violencias, hace estragos en las mujeres y en los hijos e hijas y, muchas veces, se perpetúa de generación en generación. El abandono genera baja autoestima y menosprecio propio. Lo denunciamos sin pausa desde los feminismos. Una mujer que está en situación de criar sola siempre está vulnerable y necesita colaboración, esto también es algo que no se termina de entender porque se la culpa y juzga pero nadie puede cumplir tantos roles a la vez, mantener y cuidar, es imposible de sostener sin costos altísimos. Entonces suele suceder que las mujeres vuelven a formar parejas con otros hombres, para no estar solas, pero se repiten las historias de violencias. En el caso de Jacke sucedió.
Cadenas de mujeres criando solas
En este punto de la entrevista retrocedemos en la historia para corroborar la repetición de abandonos paternos y más violencias, como el abuso sexual en la infancia.
Cuando Jackeline tenía 12 años, el hombre que era la pareja de su madre en ese momento abusó de ella, Jacke se lo pudo contar a su abuela pero su madre la culpó. La niña faltó 4 días a la escuela por lo que había pasado pero desde la institución no hubo ningún tipo de intervención. La madre se separa del abusador finalmente, con quien tenía otra hija en común, pero el abuso sexual quedó tapado y silenciado. La madre cambió su trato y Jackeline lo describe así: “Mi mamá se separó también de mí y me hizo sentir culpable de lo que había pasado. Por suerte mi abuela me acompañó a hacer terapia y fue quien se hizo cargo”.
Esta niña abusada sexualmente siguió su vida como pudo, como la mayoría de las víctimas de ASI (Abuso sexual en la Infancia) hasta que en secundaria cursa hasta los 16 años cuando queda embarazada y tiene que dejar la escuela.
Jackeline luego pudo terminar la secundaria gracias al plan de estudio para adultos que promueve el Estado, y al acompañamiento que tuvo de amigo/as y su ex pareja que cuidaba del niño mayor.
El embarazo adolescente, otra de las consecuencias de la desigualdad y violencias de género
El embarazo adolescente es una de las violencias de género y factores de desigualdad que se ha logrado reducir en Argentina gracias a una multiplicidad de políticas pública, impulsadas desde diferentes gobiernos, en cuanto a Derechos a la Salud Sexual y Reproductiva. Algunas son la difusión de información para prevenir el embarazo no deseado y el abuso sexual, como la ESI en las Escuelas; la distribución gratuita de métodos anticonceptivos; la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo desde 2020. Todo un plan integral que dió resultados positivos en la merma del embarazo no deseado. Según el último informe del Ministerio de Salud, en los últimos 7 años hubo una disminución más que notable en la tasa de embarazo adolescente en Argentina y desde el año 2005 al 2021, el descenso fue del 57 %, como podés leer en esta nota de Chequeado
“¿Por qué me culpan a mí?”
Su beba finalmente nació en 2020, luego del reposo que tuvo que hacer para evitar la pérdida de la placenta. Durante ese proceso y hasta los 4 meses de nacida la bebé, el progenitor desapareció. Apareció luego para pedir un ADN.
“Me dolió emocionalmente, me tiró abajo porque me trató de cualquier cosa, nosotros salíamos y teníamos una relación, yo me cuidaba con anticonceptivos y aun así quedé embarazada, pero ¿por qué me culpan a mí? Yo tenía 19 años y todos me cuestionaban. Yo tomaba la pastilla a horario, estaba pendiente, pero no sé qué pasó. Y no es culpa mía, pero todos me culpan.”- reflexiona la entrevistada.
Jackeline no pudo amamantar porque al mes de parir tuvo que volver a trabajar por la falta de dinero. Eso y el estrés que le generó todo el proceso, hicieron que perdiera la posibilidad de amamantar en paz a la bebé. Su propia familia la dejó sola, culpándola de la situación, criminalizándola por ser madre.
¿Cómo se unió a la Red y qué efectos tuvo el Tendedero?
Un día, antes del 8 de marzo de este año, escuchó por una radio de Reconquista a Virginia Pietropaolo que contaba lo que iban a hacer un grupo de madres en protesta por el incumplimiento alimentario y ya hartas del ineficiente sistema judicial. Se trataba del primer Tendedero de Deudores Alimentarios en su ciudad. Jackeline estaba cansada de luchar y no lograr nada, esperaba siempre buena actitud y responsabilidad del progenitor de su hija pero eso no llegaba. “La verdad que yo me alegro con el progreso de los demás, no tengo problemas con eso, pero ver que el padre de tu hija se compra auto, termina una casa propia y a mí me dice que no puede, que no tiene para el alimento de nuestra bebé y yo renegando por mil o dos mil pesos, no aguanté más y decidí ingresar al grupo de madres y contar mi historia”
La mayoría de las mujeres del grupo lo conocían al ex de Jackeline porque es proveedor de pollería y carne, y cuenta que no lo podían creer “porque tiene una imagen pública simpática, se hace ver como una persona decente y cumplidora”. El 8 de marzo el cartel de Deudor alimentario estuvo colgado en el Tendedero y ese mismo día le envió un mensaje.
“Yo fui la primera del grupo que tuvo respuesta por el Tendedero, luego hubo otras. Ese mismo día escuchamos entre todas las chicas el audio donde me cuestionaba que `¿Por qué le hacía esto, que él trabaja con la gente y esto lo perjudicaba, que lo estoy quemando y él me ayuda´- decidí no contestarle.”
Luego de una semana del Tendedero comenzó a llamarla mostrándose interesado por saber de la hija, por vincularse y mostrar interés hasta que le dijo a Jackeline que iba reconocer a su hija con el apellido en el Registro de las Personas.
“No te miento, al principio me dolió pensar ¡Hasta donde tenemos que llegar las mujeres para que nos escuchen! Mi orgullo me detenía porque yo lo esperé 18 veces en el Registro civil para hacer el trámite del apellido, a las 6 de la mañana con mi hija y él no fue! Se había comprometido a darle el apellido después del ADN. Pero lo hice, por mi hija”.
Hoy finalmente este padre está ejerciendo su paternidad, la niña está contenta y Jackeline también porque ve el cambio.
Para Jackeline la diferencia fue el grupo, la red, el no estar sola y encontrar apoyo en otras mujeres que pasan por lo mismo, injustamente.
La pregunta de Jackeline es la que nos hacemos todas porque no debería existir ni el incumplimiento alimentario ni el abandono paterno de cuidados. Nos preguntamos y re preguntamos ¿Por qué los hombres son tan infantiles e irresponsables con el cuidado y manutención de hijos e hijas a la hora de separarse? ¿Cuánto tenemos que hacer las mujeres para que escuchen? Y la respuesta es siempre el patriarcado. Les queda bien cómodo el machismo. El punto es cambiar esto, aunque lleve siglos.
Los ayudadores
La mayoría todavía usa la típica “Pero si yo te ayudo” cuando refiere a las tareas domésticas o cuidar un rato lxs hijxs o incluso, como en este caso, pasar una cuota indigna en cuotas para el sustento de una hija mientras se cambian el auto.
Eso es patriarcado.
Vos no ayudás. Vos tuviste un hijo o una hija y te debés a esa responsabilidad por igual, vos usás la casa por igual y tenés que dejarla limpia igual, vos no ayudás por hacer `algo´ porque las responsabilidades no son solo mías, son tuyas por igual. El machismo les queda cómodo, repito. Y nosotras ya fuimos demasiado tolerantes.
Por tu gran culpa, guerrera
La historia de Jackeline es algo que ocurre también en muchos otros casos porque el patriarcado está instaurado en las propias familias. Expulsan a las mujeres, las juzgan continuamente, no las ayudan y las dejan solas a cargo de todo en el momento más vulnerable, cuando más se necesita una tribu para cuidar. Pero los verdaderos responsables o co - responsables se borran simplemente y nadie hace nada, ni hay ley que les diga que abandonar un hijo o hija es un acto criminal. Por el contrario, la sociedad criminaliza a las madres, las culpa, las deja solas con una sobrecarga que lleva a un solo camino, la pobreza o la muerte, el desecho social. Cuando en realidad son las heroínas de esta historia, guerreras que cargan con manutención y crianza a cuestas, de varios hijo/as a veces, y con varios trabajos a la vez. El desgaste en sus cuerpos, mentes y estado emocional es desconocido para quien no lo vive en carne propia. Son verdaderas sobrevivientes, resilientes, pocas veces reconocidas, incluso desde los círculos cercanos, y más aún, muchas veces desde los propios hijos e hijas que no distinguen lo que esa madre ha tenido que sobrellevar para brindarles el día a día.
El mensaje es la red colectiva
En Reconquista, como en todas las localidades del país donde la Red Federal de Monomarentales Argentina pisó fuerte para marcar la cancha del incumplimiento alimentario y sacarles la tarjeta roja, las mujeres siguen unidas y pensando en que estas acciones aportan al futuro de muchas generaciones, porque es lo que hará falta para erradicar al patriarcado. Sobre todo en tiempos donde se pretenden imponer modelos conservadores de la vida y retroceder derechos para las mujeres.
Virginia Pietropaolo, presidenta de Red Madres Reconquista e integrante de Monomarentales Argentina, cierra esta nota con el mensaje más importante en tiempos de individualismo:
“Hace 3 meses que alcé la voz para visibilizar lo que vivimos y mi vida hizo un giro por completo. Me siento con una responsabilidad enorme por acompañar a mis compañeras, poder informarlas y ayudarlas a sentirse acompañadas. Esto me pone en un lugar y en el deber de informarme como corresponde. Desde el primer día que llevamos el tendedero de deudores alimentarios en Reconquista hasta el día de la fecha me llegan, todos los días, casos de mujeres violentadas, ellas y sus hijos, historias muy fuertes, mujeres que no conocen de sus derechos, cansadas de la injusticia que viven diariamente por el abandono paterno o por parte del sistema judicial que actúa de manera desigual, sin perspectiva de género, revictimizando a las mujeres todo el tiempo. Pero por suerte, recibí también mucho apoyo de profesionales, periodistas y políticos que nos acompañan para llevar esta lucha adelante. Hoy en día somos más de 50 mujeres en un grupo de whatsaap de Reconquista y la zona norte de la provincia de Santa Fe. Contamos con un espacio que nos otorgó la municipalidad donde realizamos el primer encuentro este mes, nos vamos a encontrar cada 15 días con la idea de hacer charlas informativas con profesionales, para conocernos entre nosotras y para crear proyectos y –activismos. Les agradezco mucho a mis compañeras de Monomarentales por todo lo que estamos haciendo! Las quiero mucho. No estamos más solas” .
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