La apostasía como estado de sinceridad. Los intereses de la Iglesia para que no suceda. ¿Por qué apostatar? ¿Cómo y dónde?
“Invitar a hablar a una mujer no es entrar en la modalidad de un feminismo eclesiástico, porque a fin de cuentas todo feminismo termina siendo un machismo con faldas". - Papa Francisco I
La frase pertenece a Jorge Bergoglio como jefe máximo de la Iglesia Católica, tiene cuatro años y hasta hoy no conocemos una frase que la contradiga o rectifique ese rumbo que tiene unos cuántos siglos de desarrollo. Si alguien googlea al señor Papa y a su relación con el feminismo, encontraremos varias más y todas en un sentido parecido. Sabe Bergoglio y todo el liderazgo eclesiástico que el feminismo, entre muchas otras cosas, desnuda a la institución, que la deja expuesta a sus distintas sombras. El rol de la mujer dentro de la institución es de súbdita y ese gesto, para la iglesia, debe replicarse en el modelo de sociedad en el que creen y promulgan. El feminismo que antes incomodaba, ahora interpela y el rechazo eclesiástico es cada vez más violento.
En Argentina y desde su artículo 2 de la Constitución, la nación tiene una religión oficial que es la Católica Apostólica Romana, así las cosas la Iglesia Católica tiene una ventaja de ser y perdurar, sus instituciones están sostenidas económicamente por el gobierno nacional. Incluye este apoyo a las escuelas católicas que reciben un subsidio millonario que genera una ventaja casi extorsiva: al recibir gran parte de sus ingresos del Estado, sus cuotas son bastante más bajas que las demás escuelas privadas que no pertenecen a la archidiócesis y entonces reciben muchxs más chicxs que otras. La doctrina católica está garantizada desde el ingreso de las niñeces en el sistema educativo desde un principio y en todas sus instancias.
El costo de este subsidio es multimillonario para el Estado, su justificativo es cada vez más endeble y, ese artículo de la Constitución que obliga a un credo o lo elige por sobre otros, queda en el camino de una realidad que está alejando a las personas de la Iglesia. De hecho cada vez son muchos menos los hombres que eligen ser curas y las mujeres que prefieren ser monjas. Con lxs fieles pasa lo mismo. Es decir que la elección de una religión oficial que establece la ley máxima argentina no tiene eco en las calles, queda desmentida en una realidad que no se refleja en la relación Estado - Iglesia. El respaldo que tiene la institución católica para aseverar que es la religión elegida por el pueblo está basado en la cantidad de fieles que viene de las personas bautizadas en el país. Esa estadística es tramposa: el bautismo en el 90% de sus casos, se elige hacerlo desde los padres hacia sus niños cuando son apenas bebés y, claro está, no eligen. La otra trampa es que el trámite para darse de baja, la Apostasía, está invisibilizado o negado y a veces es muy engorroso ya que la baja de la Iglesia la brinda la propia institución. La realidad es que el único refugio que tienen los obispos y curas para seguir disfrutando de la millonada que el Estado les gira, es esa cantidad de bautizadxs que no refleja ni por asomo una realidad que asusta a la institución: las iglesias están cada vez más vacías y más lejos de la gente.
Apostasía: cómo y dónde
El trámite comienza con una carta, aquí adjuntamos un modelo guía que no tiene por qué ser textual pero sirve y puede ser copiada CARTA APOSTASÍA. Debe ser enviada a la Diócesis correspondiente, hay que tener claro el año y el lugar dónde nos bautizaron. Para ubicar Diócesis dejamos el enlace para averiguar adónde enviar la carta: http://www.apostasia.com.ar/index.php/datos-de-diocesis.y es el lugar de residencia actual, no la del bautismo original. Así era antes, cuando el camino de la apostasía estaba embarrado y había que tramitar personalmente en la ciudad de la parroquia donde se había bautizado a la persona apóstata.
Conviene que si mandamos por correo se haga certificada para tener un comprobante de envío, en cambio si lo hacemos personalmente hay que llevar una copia de la carta y hacerla firmar por quien la recibe en la diócesis.
El trámite debe durar 5 días y siempre la respuesta es positiva, la iglesia no puede negar la baja, no está en discusión la intención de la persona apóstata, ni sometida a algún tribunal, es inmediato. Si pasan dos semanas sin respuestas, debemos comunicarnos con la diócesis. Quien escribe estas líneas hizo el trámite en 2018 y tuvo que llamar dos veces hasta que llegó el certificado de bautismo original con la nota al margen que nos registra como renunciantes al credo y a la institución.
Las razones de ese paso son personales e individuales, el efecto es claro y necesario, hace mucho tiempo que la millonada que dedica el Estado para sostener sueldos y estructuras son injustas ante necesidades urgentes de los pueblos que viven penurias mientras el sueldo de un obispo es de medio millón de pesos ($500 mil aproximado) más la comida y los servicios de cada edificio de la Iglesia Católica, todo corre por parte del Estado que, no está de más recordarlo, somos todxs nosotrxs, bautizadxs o no, creyentes o sin creer.