De pandemia y exclusión social, de estigmatización y también amorosidad, del esfuerzo docente por sostener el derecho a la educación y democratizar el conocimiento cuando la desigualdad es la regla. De literatura, ficción y realidad. Y de su autora. Todo en esta nota.
La pandemia profundizó las desigualdades sociales y allí donde la vulnerabilidad y la brecha digital generaban las condiciones para excluir a tantxs pibxs de su derecho a la educación, hubo (y hay) docentes que no abandonaron el barco, docentes que sin más herramientas que una bici, sus conocimientos y su vocación, nos muestran, a través de estos relatos e historias, que la bondad y empatía hacen posible la esperanza. El libro de Anzalone es su séptima obra en papel y con el estilo literario que la caracteriza propone una mezcla de ficción y realidad, emotiva, irónica y feminista. Lo escribió en una semana, lo expulsó. El ímpetu se lo dio la indignación que sintió por las críticas al sistema de educación pública y sus docentes sobre el desempeño durante la pandemia, específicamente una nota de Infobae que criticaba el programa de Aulas de Aceleración, cuando esa experiencia requirió el doble de trabajo diario, esfuerzos inconmensurables por adaptarse de golpe a la era digital sin los recursos tecnológicos acordes y viendo a sus colegas en la lucha por acompañar la trayectoria de alumnxs que no podían sostener la educación por condiciones familiares vulnerables. La escuela y al alegría es un libro que hace justicia, que enaltece la labor de esxs docentes de la escuela pública que están presentes, que no sueltan la mano, que entrelazan, que hacen la diferencia en la vida de muches.
La docente Alejandra Cornide lo resume así en el prólogo: “…nos convoca a sentirnos parte de algo que no se termina con la pandemia: el compromiso, el amor, la paciencia, el regalo de la educación pública…
Esta obra es eso que necesitamos leer para no olvidar, leer para pertenecer y sentirnos parte imprescindible del relato gigante de un país y su gente, sus trabajadores y trabajadoras, familias, madres, -muchas madres- muchos niñes, mucho vacío, mucha necesidad, mucho de todo allí cuando nada parece ser suficiente.”
En esta nota anterior te adelantamos algo del libro y su autora, Sheila Acosta Anzalone, Comunicadora social y docente de educación secundaria, Directora titular de la EES Nº 1 Divisadero de General Madariaga, profesora en Madariaga y Pinamar, integrante de nuestro medio, compañera comprometida con la educación, la cultura, la literatura; militante de causas justas y feminista.
─¿Cómo llegó el título?
“Pero ante todo, Germán trasladaba la alegría de la tarea educativa realizada con amor, sonreía a pesar de cada obstáculo a sortear y solo se detenía para desempañar los cristales de sus lentes.” – responde la autora con un fragmento de “la Escuela y la alegría”-
Los personajes de estas historias son reales, Sheila los conoce pero les cambia los nombres, igual que a las ciudades “como Matapampa o Playa Bacana que se parecen mucho a Madariaga y Pinamar” – ironiza Anzalone. En cuanto a Germán, es un profesor que anda en una moto que se cae a pedazos y, como en una especie de escuela itinerante viaja, insistente, a la casa de sus alumnxs en riesgo de desvinculación con situaciones familiares de esas que duelen y ponen en evidencia el impacto de las desigualdades estructurales y la hipocresía social.
“A los educadores y educadoras que luchan por la utopía de un mundo que nunca verán, pero los inspira a trabajar cada día para que alguna vez se concrete.” – extracto del libro.
─¿Cómo categorizar tu obra y estilo, ficcional con base real?
Es una serie de relatos, durante y después de la cuarentena, de las situaciones que atraviesan los profes poniendo el cuerpo en merenderos y ollas populares, docentes que se la rebuscaban como podían para seguir dando clases en forma remota. Aparece la historia de un femicidio que tiene condimentos ficcionales pero tiene que ver con un hecho que ocurrió acá. Madariaga es una ciudad patriarcal como todas, en el primer capítulo aparece esta cuestión de que fue un pueblo prostibulario, de las mujeres latinoamericanas sometidas a la trata. Esas historias estaban ahí para ser contadas y surgió el enojo que hizo nacer el libro.
─¿Enojo por las críticas a la escuela pública durante la pandemia?
Pasó que en enero estuve con covid y justo un compañero me manda una captura de Infobae hablando mal de `Aulas de aceleración´ que es un programa para estudiantes con sobre edad que no pasaron de primer año y abandonaron la escuela, entonces este programa contempla que en 1er. año los chicos hagan como un plurigrado con distintos niveles. Está vigente pero ahora se llama “Aulas de fortalecimiento”. La nota criticaba diciendo que es un programa de “facilismo” cuando se trata de que lxs chicxs vulnerables puedan ejercer su derecho a la Educación. La mayoría de esxs chicxs que abandonan la escuela es porque han tenido que ir a trabajar tempranamente, les han pasado cosas graves. Y los escribí por ese enojo, porque era un momento durante la cuarentena que íbamos todos los meses a entregar los bolsones alimentarios a las casas, poníamos el cuerpo, no había vacunas, no había horizonte, no sabíamos si nos contagiábamos. Recuerdo que esas primeras noches, después de entregar alimentos, yo no dormía porque, como madre de adolescente, tenía miedo de morirme, mi hija tenía 15 años y el miedo no era por mí porque creo que ya hice todas las cosas que quería en la vida pero yo pensaba: `tengo hijos chicos todavía que me necesitan´. En esa cuestión de ver al docente Germán con esta moto que se iba desarmando, que es real, yo sentí que tenía que contarlo. Ese es el cuento puntapié que me hizo escribir. Germán es real y se llama Fabián Vallejos.
─¿Tu libro es reivindicativo de la tarea docente fundamentalmente?
Claro, porque nuestro trabajo en pandemia fue doble, trabajamos con nuestros dispositivos y nuestra conectividad, fracasando con algunas formas de trabajo como el Classroom donde los chicos eran excluidos digitales, no podían entrar a las plataformas porque compartían un celular familiar entre 4 o 5 integrantes de la familia, sin conectividad plena porque tenían que cargar crédito y no tenían wifi en sus casas. Todo eso pasó y estuvimos permanentemente.
“El día que entendió el grado de exclusión digital de sus estudiantes investigó el modo de que sus videos caseros no les insumieran datos, pues la mayoría carecía de conexión estable y se manejaban con la carga de crédito que sus familias pudieran hacer cada tanto. Había descubierto que a veces, con el mismo celular resolvían o intentaban resolver actividades dos, tres, cuatro y más hijos.”- de la Escuela y la alegría.
─¿Hablás de esa cruda desigualdad que una parte de la sociedad no quiere ver?
De los efectos de la desigualdad, de los que se quedaron afuera, los que no pudieron ejercer sus derechos. En estas historias aparece la brecha digital. Por ejemplo, uno de los personajes es un chico que está inspirado en un estudiante de mi escuela que vende choclos en la playa en el verano o para el Día de la madre hace flores de goma Eva para vender en el cementerio. Y como tenemos otros programas después de la pandemia, por ejemplo el ATR con la escuela abierta los sábados, entonces aparecen un montón de cuestiones que no se conocen, como el hecho de que entre ellxs se motivan a ir a la Escuela un sábado gracias al liderazgo de un compañero porque quizás nosotros, como docentes, no logramos entusiasmarlos tanto.
─Realidad, ficción ¿y algo lúdico también?
Hay mucho lúdico y algo de realismo mágico en un cuento. Por ejemplo en un proyecto que hicimos, anterior a la pandemia, de restaurar el derecho a la Educación para un estudiante que había estado preso. Fue uno de los tantos casos que cayeron presos durante el gobierno de Vidal por fumar un porro y cuando sale de la cárcel, dos años después, le dan domiciliaria. Su abuela me va a ver a la Escuela y en mi libro relato algo de esas charlas y el trabajo que hicimos. Ese pibe terminó la secundaria estando con prisión domiciliaria, recibió su título, ahora está trabajando y está muy bien, es una felicidad para nosotros.
─¿Te gusta jugar cuando enseñás en el aula?
Si, mis alumnos me dicen `profe, hace mucho que no jugamos´ y ahí armo algo, siempre estoy inventando alguna cosa. El otro día hicimos un juego del rumor que se han reído tanto que venía la gente a preguntarnos que hacíamos.
─¿El sarcasmo e ironía son tus aliados, como con MataPampa?
Esta ciudad ficcional la creé hace tiempo y tuve el honor, en la Feria del Libro en Buenos Aires, de charlar con Osvaldo Bayer. Se llevó mi 5to. libro “Algo huele mal en MataPampa” y estaba feliz con los nombres de los pueblos: General Exterminio, General Saqueo, etc. Para mí fue muy importante la habilitación que sentí con Bayer para jugar con estos nombres. Y pasaron cosas con algunos personajes como con el profe del primer cuento que es forastero, viene de Chivilcoy. Decidí preguntarles como querían llamarse en mis cuentos y este profe, que admira a Pancho Ramírez y la historia de amor con la Delfina, eligió llamarse así. Después hay un profe con unos diálogos muy cómicos sobre una situación real que pasó con un estudiante, que no hacía nada pero cuando lo pasamos al aula de aceleración, tan criticada por Infobae, ¡nos encontramos con que el pibe leía a grandes autores y escribía!. Ese profe de Literatura que lo acompaña eligió llamarse Ulises y Renzi de apellido para homenajear a Piglia, así que ahora cuando lo cruzo por la escuela lo saludo: `¿Cómo anda Ulises Renzi?´
─¿Te auto representaste en algún personaje?
Si, estoy con la inicial de mi nombre y es un cuento muy importante porque fue seleccionado, durante la cuarentena, por el Plan provincial de lecturas y escrituras. Yo lo tenía ya escrito en primera persona pero lo que hice fue cambiarlo a la tercera del singular. Ahí está mi alter ego. Hay una anécdota sobre ese cuento porque yo estaba con muchas acciones culturales digitales durante la pandemia, como el ciclo de las 41 noches de veladas artísticas sin parar donde convoqué a 150 artistas, músicxs, escritorxs, poetas, narradorxs. Me mandaron un mail diciendo que al día siguiente tenía que estar en un zoom porque habían seleccionado mi cuento y por una gestión feminista que tenía que hacer para el 29 de diciembre, previo a la ley del aborto, me perdí de estar en ese zoom y leyeron mi cuento sin mí. Ahora decidí rescatarlo y lo introduje en “La escuela y la alegría”.
─¿Como feminista sentís que algo está cambiando socialmente? incluso conseguiste apoyo para este libro como no ocurría antes…
Digamos que si, siento mucha esperanza porque yo me recuerdo viajando a dedo en camión a recibir un premio literario a Buenos Aires porque no tenía un mango para viajar y después de haber atravesado todo eso, el sacrificio para poder publicar, tener ahora el apoyo económico para bancar la primera edición al menos de este séptimo libro por parte de mi Sindicato y la Calp tiene un peso enorme. Me emociona enormemente. Pienso en ese recorrido, en todas las que viví, en los esfuerzos que hice de dejar de comprarme cosas que necesitaba para publicar mis libros, hasta arriesgué mi vida en la ruta tratando de llegar a reconocimientos que me había ganado. Como cuando recibí la carta del Embajador de España y viajé en un camión de Fargo. Yo había participado en un concurso en la sociedad Española, y había quedado seleccionada y tenía que ir a una gala donde estaba la viuda de Borges, el Embajador y gente importante. Ese día se supo que había una escritora que había llegado en camión y que había incluso ganado un premio en España con el prólogo a una antología de 150 poetas en homenaje a Antonio Machado.
─¿Algunas personas cercanas ya lo leyeron con devoluciones que también te emocionan?
Hay una profesora de Literatura y Letras, Julia Muzzupappa, que fue investigadora de Centros de Investigación docente y llegó al Distrito de Madariaga. Ella hizo un análisis de mi libro que me encantó porque dice que le gusta la narrativa, los personajes y que es la primera vez que se 'literaturizan' los programas del Estado como el ATR, ¡tan criticado por Infobae! Julia rescata de mi obra, además de la importancia de la crónica, que en todos los cuentos se puede notar lo que cada personaje hace con la literatura, o sea, cómo alimentan sus vidas con la literatura. Es algo que yo no me había dado cuenta y me gustó mucho como devolución.
─¿El libro además visibiliza el arte de otras mujeres?
El arte de las ilustraciones es de mujeres compañeras a las que agradezco tanto. Fue muy lindo porque la mayoría de esas compañeras están pasadas de ocupaciones y quisieron estar e hicieron el esfuerzo, como Muriel Frega que estaba con un montón de cosas y leyó el cuento, a los pocos días me manda la ilustración con un pibe tatuado, bien representativo del cuento y me dice: 'lo ví al pibe en la calle, leí el cuento y dije es éste y lo dibujé'. Nora Hilb que es una ilustradora infantil importantísima, leyó el cuento del merendero y encontró su ilustración para aportar a pesar de estar de viaje y ocupadísima. Valoro todo. Es un momento de disfrute, a pesar de que mi profesión docente es agotadora y más después de la pandemia, pero disfruto todo. Creo que este momento es parte de una cosecha y disfruto mucho la idea de viajar presentando el libro en distintos lugares. Ya están confirmadas Tandil, La Plata y Buenos Aires.
“A las compañeras y los compañeros auxiliares que hacen habitables los espacios para que sucedan la pasión y la distribución democrática del conocimiento, brindando tanto de sí cada día.” / “No obstante tantos pesares, todas agradecen el puesto en el mercado formal porque cuando estaban precarizadas todo era mucho peor y ni miras tenían de que se les consideraran los daños discapacitantes que el trabajo doméstico a destajo deja en los cuerpos de las mujeres más vulnerables. Al fin y al cabo, comentan entre ellas, las otras actividades sumadas al trabajo en la escuela les permiten darse algún gustito, una salida, o ponerse lindas con las nuevas tecnologías de la cosmética antes de las cirugías.” –del libro La Escuela y la Alegría.
Primeras presentaciones del libro:
- Viernes 8 de Julio – Madariaga: en la sede UDOCBA a las 18 hs
- Sábado 9 - Pinamar - El Ojo de las Artes 18 hs
- 11 de julio – Pinamar – Centro de Innovación 11 hs
- Sábado 16 - Pinamar - Biblioteca de Ostende 16 hs
- Jueves 21 - La Plata - Espacio cultural El colibrí 18 hs
- Sábado 22 - Buenos Aires (invitaciones personalizadas)