Llega la Navidad, una ocasión de encuentro familiar, por religión, tradición o mercado, el motivo que sea, es difícil evadirla, sobre todo si hay niñxs. Cual Papá Noel que viene una vez al año a traer regalos, aparecen los “padres” intermitentes e incumplidores y las madres tenemos que desplegar toda la estrategia de sabiduría interior para no transformarnos en un tsunami. Las verdaderas heroínas del árbol y de cada día.
El ex de Carla vino cada 3 meses este año a “visitar” a sus 3 hijos. Tres varones de 15, 12 y 9. Una tarde a jugar, de paseo, un helado o un almuerzo divertido. El “día del padre” fue una de esas visitas, evidentemente para él y su psicología, un día importante para obligar a los hijos a compartir ése día del calendario. No se hace cargo de nada. Hace 8 años que se separó de la madre de sus hijos y no le interesó nunca cumplir con sus deberes de asistencia alimentaria, de hecho tiene varios expedientes en su contra por demanda de cuota alimentaria y zafa siempre, no paga o paga dos meses al año una miserable cuota que le favorece la jueza y ya. No pasa nada. Sabe que puede seguir así por eso lo hace. Por otro lado, cada vez que la madre de los chicos le dice algo, él la culpa de todo y le dice que se arregle sola ya que quiso separarse y, así, evade la culpa también. Entre todo lo que evade, también evade hablar con la madre de sus hijxs porque no le interesa saber nada ni escuchar de las necesidades que pasan, entonces la tiene bloqueada de whatsaap y cuando necesita algo le habla directamente a sus hijos adolescentes y listo, arregla con ellos pasando por encima de la madre y obvio, manipulándolos cuando quiere convencerlos. O bien, desbloquea el celu, le manda el mensaje a ella diciéndole por ejemplo: “Estoy acá un rato y quiero ver a los chicos, ¿dónde los busco?” – imponiendo y haciendo que toda la familia deba desacomodar sus planes y correr a su disposición, lo que genera un montón de discusiones y desacuerdos, nervios y contrariedades incluso entre los hermanos y la madre porque la intromisión intermitente de este “padre” los desequilibra, los saca de prepo de lo que estaban haciendo, de los planes de cada uno/a y sienten un cúmulo de inconsistencias en todo esto, pero como “es papá”, hay que hacerle caso y como no viene nunca, hay que aprovechar cuando él aparece. El nivel de violencia que ejerce y genera es invisible a los ojos del sistema pero destruye la tranquilidad, la seguridad interior, la armonía, la paz, destruye todo equilibrio emocional logrado, afecta la amorosidad del grupo familiar y la estabilidad.
Una de las afecciones más grandes que suele evidenciarse en lxs hijxs tiene que ver con el auto estima y la confianza. Aunque las madres busquen cultivarlas en sus hijos, esa ausencia paterna grita adentro. Cuando son demasiado pequeños sienten que algo hicieron para que “papá” no venga a verlos, si les promete y les falla, como suele suceder con estos intermitentes, es tremendo el daño emocional que suele luego trasladarse al cuerpo con fiebres, tos y otras gripes o estados virales. Si como madre estás ahí, en ése estado constante de alerta (como en las guerras) sabés agarrar cada proceso a tiempo para que no se agrave. Y al final se recuperan y vuelve la calma.
Esta guerra es la de los “padres del placer” contra las “madres del deber”. Y es ancestral pero ahora las mujeres la estamos visibilizando y denunciando. El dinero es usado por estos hombres, hijos del patriarcado, como arma de opresión y esconde un pacto sexual invisible, que se rompe al momento de la separación. No toleran no ejercer más dominio sobre la mujer, el sexo es el instrumento de cambio, entonces ejercen dominio por omisión del dinero, abandonando sus responsabilidades paternas para que recaigan como sobrecarga en las madres. Perverso si pero real. Muchas veces, es insostenible para ellas, entonces vuelven a esa relación (o no salen nunca) por la dependencia económica. Pero en general, las que dan el salto de separarse ante lo insostenible de la relación, empiezan a pagar el costo de esa “libertad” con la sobrecarga de llevar adelante esa familia solas, sin que haya justicia reparadora ni penas para los progenitores abandónicos.
Hay una palabra en común. “Progenitores”. Cuando la leas tenés que saber que es una palabra que pretende hacer justicia, al menos desde el lenguaje, ya que la otra justicia brilla por su ausencia. La palabra “padres” les queda grande a estos machirulos y de algún modo se la está cuidando para reivindicarla.
Carla pasó por todo eso y mucho más. La vida de sus tres hijos siempre dependió de ella sola. Siempre fue ella la que estuvo ahí, a cada minuto, hora del día y la noche, en cada año escolar, en cada actividad, en la lucha por sobrevivir con la economía, en lo que les pasaba con cada amigo o amiga, con cada frustración, con cada dolor, llanto o risas. Carla no podía enfermarse y, si caía, tenía que recurrir a pedidos de urgencia de algún amigo/a alrededor, pero cuando ya estaba en las últimas energías vitales posibles. Carla tuvo Covid y no los contagió. Hizo todo con mucho cuidado y ellos zafaron, pero eso significó que ella se encerrara con fiebre y dolores corporales que la tiraron en cama y el hijo más grande tuvo que hacerse cargo de cocinar y dar de comer, lo mínimo. Se peleaban los hermanos, claro: “Que yo hice eso ayer, que ahora te toca a vos” y etc - Carla escuchaba del otro lado de la puerta y les pedía por favor que cooperaran sin discutir…pero también los entendía porque sabía que ahí faltaba un “padre” responsable y presente.
La vida diaria de una familia monomarental no es como la Navidad, es como una guerra silenciosa contra el sistema. No renace cada día la esperanza ni brillan las estrellas en el firmamento para dar paso a la resurrección. Se vive con los pies bien en la tierra. Y el sistema opresor y misógino del poder judicial se lo recuerda cada día a Carla, porque es detestablemente perverso. Como a cada madre protectora de Argentina que lucha por la no revinculación de sus hijxs con esos progenitores violentos y abusadores, las madres como Carla que también protegen, alimentan y cuidan en soledad; padecen la desidia del Estado en la no respuesta justa de operadores del poder judicial que reproducen el pacto de machos en sentencias sin perspectiva de género y niñez. El abandono del Estado es total. Las leyes están pero no las cumplen porque tienen una interpretación relativista y de menosprecio del delito de incumplimiento alimentario y de cuidados hacia la vida. Nada menos que violación a los ddhh .
Y llegó otra Navidad para Carla y sus tres hijos.
Los chicos ya están más grandes y tienen mayor capacidad de ver y decidir por su propia cuenta. Además, aunque suene duro y lo es, producto de lo duro que es superar tanta ausencia paterna y violencia de género, toda la familia ya se acostumbró a vivir sin ese “padre”, mejor dicho progenitor. Es decir, ya nadie espera nada de él. Y eso vuelve la vida más liviana, en algún punto. La madre de los chicos no espera que el sistema judicial funcione haciendo justicia, a pesar de esto sigue con el camino de reclamos como le dice su abogada. Ahora están en Cámara de Apelaciones porque la jueza de su ciudad no tiene perspectiva de género y hace 6 años que todo es inútil, fija cuotas miserables e injustas que solo favorecen al incumplidor, niega pedidos de medidas como la responsabilidad parental familiar o la inscripción al Registro de Deudores alimentarios y no da explicación alguna para tanta injusticia. Así que Carla decidió interiormente no callarse más y seguir el camino de las denuncias porque sabe que el abandono paterno en Argentina es gravísimo y avalado por todo el sistema. Por eso, hizo colectiva su lucha, la comparte con otras compañeras, agrupaciones de mujeres a nivel federal, investiga políticamente y la siente como propósito de vida. Pero, decidió también que no puede enfermarse ni afectar su salud emocional y mental por cada NO del sistema perverso que empuja a la muerte. Decidió que no caerá ni se rendirá ante cada aparición intermitente del progenitor de sus hijos que la violenta e incita a responder con más violencia. No deja de sentir ganas de salir a encadenarse frente al juzgado de su ciudad, los Tribunales o Casa Rosada. Ese pensamiento le ronda siempre la cabeza y ya vió, en algunas noticias de medios, que otras mamis lo empezaron a hacer en algunos rincones del país. Como aquella madre joven de Caleta Olivia (Córdoba) que fue noticia porque se encadenó al Juzgado con su bebé de 6 meses a cuestas para que dejen de violentarla, su ex y los operadores de ese juzgado. Cada historia, cada relato por miles, tienen todo en común, la violencia de género por parte de los ex, que abandonan a los hijos pero lo hacen a propósito contra las mujeres, porque la cultura los avala y no hay sanción penal como debería haber para que dejen de reproducir semejante delito. La violencia psicológica que implica el abandono y esa presencia intermitente e incoherente con las responsabilidades. La violencia por parte del Estado a través de sus instituciones como el poder Judicial que deberían impartir justicia pero hacen todo lo contrario y la violencia, además, por parte del sistema previsional de Seguridad Social, a través de Anses que está bien explicado en la Campaña de Change.org que iniciaron otras compañeras de Carla.
Pasala y que sea viral.
Acceso: Reconocer a las Familias MONOMARENTALES: ¡Exigimos a ANSES pago de AUH y SUAF!
Carla está endeudada. Si no lo hace así no llega nunca con todo. Vive con la presión de las deudas para sobrevivir, no para capitalizarse. Tiene dos trabajos y 3 ingresos, no le alcanza. Cuando llega fin de año se le complica aún más la presión de gastos porque todos en la familia cumplen años y entre darles un festejo con amigxs a cada hijx, aunque sea una tarde con torta o una pijamada, todo es mucho para ella sola siempre. Lo económico y lo corporal. Pone el cuerpo para todo, no le queda otra. No puede pagar niñera o alguien que la ayude con la limpieza de la casa, intenta que los chicos aprendan a ordenar y limpiar, a veces lo logra, a veces no tanto. Se cansa de educar también. De tomar decisiones por todo. Y de no tener tiempo para ella, para su propio autocuidado , para el ocio, el placer, la lectura, el silencio, bailar o la nada misma. Siempre se pregunta ¿quién cuida a las que cuidan? Y sabe que el auto cuidado es un privilegio cuando los cuidados de otrxs son prioridad y sobrecarga. Pero sobrecarga porque hay patriarcado, no porque lxs hijxs representen eso, sino porque la distribución de la carga está toda de un lado. Del otro nada.
Entre las mujeres que comparten esta lucha, como modo de canalizar tanta impotencia y transformarla en algo productivo, les buscan sinónimos a estos progenitores y surge el humor irónico claro, pero es otro modo de buscar justicia con las palabras. Están las que los llaman “visita del doctor”, o “papis lauchones” (en referencia a las ratas o en contrafuerza a las “mamis luchonas”), otras les dicen “Arzobispos” porque aparecen cada muerte de Obispo. Surge la creatividad de la furia.
Lo que todas saben es que son mentirosos, evasores de todo tipo, manipuladores, estafadores y por supuesto, machistas, homofóbicos, racistas y todo el combo junto. En general es así, después están los que lo disimulan más o menos, pero sobre todo, el eje que cruza todo este patriarcado y misoginia tiene que ver con el dinero y el sexo. Tema que ya expliqué más arriba.
Lo cruel es que llega la Navidad y los tipos aparecen cual “Papá Noel”, para la fiestita, los regalos y la comidita en familia. Y las mamis hacemos un ommm gigante, expulsamos como podemos y seguimos viviendo la misma mierda cada año. Disculpen algunas “malas palabras” pero… ¿Para qué están si no podemos usarlas cuando corresponde?!!
Por eso, a todas las Carla´s les escribo hoy porque sé que somos millonas. Les quiero decir que tienen razón, si, ustedes tienen la razón y la coherencia, la conciencia que sostiene la vida, lo que llamamos amor y nos esclaviza pero nunca es en vano por lxs hijxs, no son ellxs el problema, es la maternidad producida por el patriarcado que nos deja solas y sobrecargadas. No somos las equivocadas, no “elegimos mal”, el mal está del otro lado, lo que está mal está mal por más que sea lo más normalizado. Nosotras sabemos que el cuidado de la vida es lo prioritario, así como sabemos del cuidado de nuestra tierra. Sabemos que somos las que producimos más que la industria y el comercio en el PBI de Argentina, sabemos que la división sexual del trabajo nos relegó ancestralmente a las tareas domésticas y de cuidados y que salir de todo este sistema que nos discrimina es una tarea titánica. Somos las heroínas de esta historia, invisibles para quienes no quieren ver, exitosas por lograr salir adelante cada día remando contra toda la corriente. En un mundo “exitista” que sigue poniendo a los hombres por encima de todo y al dinero también.
Carla vió el mundial con sus hijos, disfrutó un montón con ellos. Festejó y se permitió risas y abrazos, cantos y saltos. Y se enamoró de los jugadores que mostraron el valor de la familia, como el grande de Leo Messi que compartió la copa con Antonella, contra todas las reglas, para decirle “esta copa también es tuya”. Carla sabe que los valores son ésos y también luchar por igualdad en todos los ámbitos. El día que salimos campeones, volvía caminando con su hijo más peke y miraban la mugre, la basura acumulada sobre la calle del festejo. Y como sabiendo lo que su hijo le iba a decir, lo mira antes y le pregunta: “¿Qué pasa hijo?” y él le responde: “Es que mamá, tanto patriotismo es lindo pero ¿por qué no cuidan el medio ambiente? El fútbol también es machista eh! Porque no vi mujeres jugando, ¿cuándo van a jugar nenas y varones todxs juntxs?”. La sonrisa de Carla llegaba hasta el alma, le dijo a su hijo que tenía toda la razón del mundo. Siguieron caminando de regreso a casa y Carla se sintió grande, se llenó de orgullo, como las campeonas.
La salida es colectiva, nunca olvidemos eso. Necesitamos que todos los “feminismos” prioricen esta agenda porque la “maternidad elegida” es agenda pero no la “maternidad libre de violencias” como la de las madres protectoras, la de las familias monomarentales por incumplimiento alimentario, incumplimiento del sistema judicial y del Estado a través de Anses.
Sabemos que la historia fue contada por hombres, que el sistema del derecho fue creado por hombres dividiendo lo público de lo privado, que el deporte, la educación y las religiones fueron direccionadas por hombres. Hasta papá Noel es hombre y proveedor.
En casa siempre hubo MAMÁ NOEL. No sólo para el árbol de navidad, sino cada día.
A todas las Carla´s que están ahí, haciendo de MAMÁ NOEL, las abrazo con mis letras y todo mi ser. Me inspiran con su lucha que es mi lucha también.