La prosa poética de la uruguaya Alejandra Recanzone Rodríguez nos invita al aquelarre en la fibra más íntima femenina ligada a la tierra, sus simientes, los árboles y pájaros que son paisaje y territorio visible y corporal, el mar insondable que huele a infinito y se queda ahí, tempestuoso en nuestro paso empoderado. Ese paso incansable es el de la mujer trabajadora y artista, de la apasionada por la Literatura que para llevar adelante sus proyectos trabaja muchas horas fuera del ámbito propicio para invitar a la musa a crear y a la docente enseñar. Alejandra supo de todos esos intersticios que jalonan, cuando en su camino de estudiante trabajaba en la limpieza de supermercados o atendiendo sus cajas. Ella, como tantas compañeras, anduvo a escobazo limpio, a palazo simbólico rompiendo el techo de cristal que se cierne sobre nosotras intentando obstruir nuestro arte que es tan hermoso que se planta orejano para que no huya su libertad. Su maestría en Literatura Latinoamericana en la UDeLaR (Universidad de la República, en Montevideo) espera su tesis. También, desde 2012 en las aulas, decenas de estudiantes aguardan sus clases pasionarias de Literatura.
Este año, con la colaboración de la ilustradora Andrea Perera, Alejandra publicó, en una edición artesanal y autogestiva, "Sembrando el alma. Lunáticas y venusinas" y "Surcos".
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