La historia de vida de la primera niña trans Argentina que logró su identidad y la lucha familiar contra el sistema y la cultura. Una peli indispensable, que interpela, que transforma.
La pedagogía de la ternura, el amor, la honestidad y la verdad le ganan a la apariencia material, física y a un mundo cargado de estereotipos y prejuicios excluyentes.
Gabriela Mansilla era madre de mellizos, ambos nacieron con genitales masculinos, pero “Manuel” se comportaba distinto a la norma hetero cis cultural. Con apenas 18 meses balbuceó las palabras: “yo nena, yo princesa”. Elegía ropa de nenas y princesas, le robaba los zapatos a su mamá, amaba las barbies pero no entendía por qué no tenían pene, y a los 4 años le dijo a sus padres que se llamaba “Luana”. Cuando el mundo la excluía o no la comprendía, se pasaba horas encerrada llorando.
El jardín de infantes, lxs compañeritxs, las madres y padres, el vecindario…todo el sistema no la podía aceptar, en lugar de integrar le pedían a Gabriela que mejor se fueran a vivir a otro lugar.
Toda la familia comenzó un camino duro de trasnformación porque Manuel no era feliz, Luana podía serlo… pero tenía que luchar por que la dejaran ser.
Luana fue la primera niña trans en obtener su DNI en el país siendo tan pequeña, ese documento refleja su identidad autopercibida. Hoy tiene 14 años y su vida quedó escrita y relatada, por su propia madre, en el libro que dio origen a la película, con el mismo título.
La película cuenta esa historia real, reciente y cercana. Luana es la protagonista, junto a Eleonora Wexler y Juan Palomino, bajo la dirección de Federico Palazzo. Es una película necesaria, casi imprenscindible. Nos interpela como sociedad, como seres humanos, nos enseña y presiona a la apertura mental, cuando el corazón grita.
“Tengo un montón de emociones juntas. Nunca se deja de poner el cuerpo. Por más que sea una ficción, el hecho de regresar a momentos dolorosos, provoca muchas sensaciones lindas y feas. El volver atrás de esta manera, fue muy fuerte para todos nosotros. No podía levantarme de la butaca cuando terminé de ver la película”, contó Gabriela Mansilla a Unidiversidad.com.ar
Gabriela Mansilla preside, además, la Asociación Civil “Infancias Libres” desde donde lucha por reivindicar el lugar de las infancias travesti trans.
Les compartimos un extracto de su libro “Yo nena, Yo Princesa”:
“Mi nombre es Gabriela y soy mamá de una nena trans (…)
Tenía un hermoso varón al que criaba con tantos sueños y que no podía por nada del mundo sacar la tristeza de sus ojos.
Mi nene me decía que era una princesa, y la verdad es que no supe qué hacer con eso. Cuando entendí que sólo tenía que `dejarte ser´, empezaste a sonreír.”
"En julio de 2007 nacieron mis mellizos… vos naciste primero y a los cinco minutos, tu hermanito… Todo era por igual; la ropa, los juguetes, las cunas celestes; pero había una diferencia, a tu hermano lo conformaba enseguida y a vos no conseguía calmarte… demostrabas estar disconforme… Tendrías dos años y mamá te compró unas películas de Disney para que vieras con tu hermano. La que más te gustó fue La Bella y la Bestia, la viste tantas veces que repetías los movimientos de 'Bella' y tratabas de cantar y decir los diálogos como te salían.
Empezaste a bailar como `Bella´ durante todo el día, te quedabas deslumbrado con esa princesa… Llorabas mucho para que te pusiera las películas de princesas… Te vi arrastrar una silla, llevarla a mi habitación, ponerla delante de mi placard y buscar una remera mía para ponerte.
Te quedaba como un vestido… ya no era un juego… Empezaste a guardarlas debajo de tu almohada, en tus cajones o debajo de tu cama… Te ponías muy mal si no las encontrabas y rompías en llanto durante horas. Lo que siempre noté fue que no era un llanto de capricho, llorabas con un sentimiento profundo, de dolor…
Estabas a meses de comenzar el jardín, salita de tres años, y aún no teníamos resuelto qué pasaba con vos…
...con sólo tres años y medio, traté de que empezaras a comprender que tu cuerpo era diferente del de las otras nenas…
Las pesadillas no cesaron, la angustia tampoco, y empezaste a no querer ir más al jardín… no te dejaban ser lo que vos querías ser: una nena. Las salidas a cualquier lado se hicieron imposibles…
...fue el 31 de julio del 2011, no me olvido más, estaba cocinando y te apareciste delante de mí con una remera mía puesta, tenías otra carita, te miré y te dije:
- “¿Otra vez lo mismo?, sacate esa remera Manuel”.
- “No”.
- “A ver, mirame, sos un nene, sacate esa remera”.
- “No, soy una nena”.
- “No, sos un nene y te llamás Manuel”.
- “No, soy una nena y me llamo Luana”.
- “¿Qué?”
- “ME LLAMO LUANA, Y SI NO ME DECÍS ASÍ, NO TE VOY A HACER CASO”…
“Nunca imaginé que un cambio externo, un color o una prenda pudieran mejorar tanto tu mirada; empezaron a brillar tus ojitos y cambiaste las lágrimas por una sonrisa que te llenaba la cara.
DEJASTE DE SER UN NENE TRISTE PARA SER UNA NENA FELIZ.
TE VI LLORAR, TE VI LUCHAR, AFERRARTE A TU SENTIR Y ENFRENTARTE A TODOS CON TANTA SEGURIDAD DE LO QUE SENTÍAS. LOGRASTE QUE VIÉRAMOS LA NENA QUE ERAS POR DENTRO SIN IMPORTAR TU ASPECTO EXTERIOR, tu pelo bien cortito, la ropa que estabas obligada a usar, sin hablar de tu nombre, que no te acompañaba.”
Para consultar los lugares de proyección de la peli, podés comunicarte con: